Durban y la sinceridad de Canadá
miércoles 14 de diciembre de 2011, 07:43h
Después de que en la cumbre de Durban
quedara claro que lo único que se podía salvar era la cara de los Ministros de
Ambiente allí reunidos, postergando a duras penas el protocolo de Kioto un año
más (para ver que se nos ocurre mientras), no pasaron ni 24 horas antes de que
Canadá diera el aldabonazo al anunciar que se retira formalmente del compromiso
alcanzado en Japón en 1997.
El argumento de Canadá es claro: no
vamos a cumplir el protocolo y no queremos exponernos a sufrir las multas que
se estipulan para quienes siguen perteneciendo al compromiso y no cumplen. Alguna
gente opina que Canadá no está actuando con seriedad. Yo creo todo lo
contrario. Canadá sostiene que no tiene sentido que los países más
contaminantes, como Estados Unidos, no pertenezcan al protocolo y con ello no
se expongan a las sanciones y mientras tanto Canadá se mantenga a sabiendas de
que no está cumpliendo. Y como son gente seria prefieren retirarse. Es decir,
no hacen como la mayoría de los países que se mantienen en el compromiso y luego
no cumplen para nada. Existe un bello deporte en muchos países de la comunidad
internacional, consistente en firmar cualquier cosa que aparezca en la palestra
mundial, sin detenerse realmente a meditar si podrán cumplir o no.
Y es que los datos son tozudos: en
1997 los países desarrollados se comprometieron a reducir un 5% de las
emisiones de CO2 para 2012, pero lo cierto es que desde entonces tales
emisiones han crecido un 50% y continúan haciéndolo. Vamos, que esto no lo para
nadie.
Existe un consenso creciente de que
para 2050 la crisis ambiental reventará el planeta. Esa es la "gran crisis" de
la que hablan gentes tan moderadas como Giovanni Sartori, por ejemplo. Por eso
es necesario que la crisis financiera que vivimos ahora se haya resuelto con un
cierto orden antes de que entremos en la gran crisis. Una gran crisis que no
sólo depende del cambio climático sino que es multidimensional. Las necesidades
de los países emergentes no se detienen y la sobrepoblación tampoco. La
explotación profunda de recursos, destruyendo los pulmones del globo, y la
contaminación de todos los elementos no se reducen sino que siguen aumentando.
En realidad, el discurso de Al Gore afirmando que es posible revertir el cambio
climático es bastante poco realista, porque la profunda crisis ambiental de
mediados de siglo no depende sólo de ese grave asunto.
Como afirma el Gobierno de Canadá,
para cumplir a cabalidad con el protocolo de Kioto, debería retirar en los
próximos doce meses todo tipo de vehículo de sus carreteras o eliminar la
calefacción de todos los edificios del país. No importa si el temor oculto de
Canadá se refiere a que Kioto podría afectar el avance de los yacimientos
petroleros de Alberta, uno de los mayores del mundo. La cuestión es que no está
exagerando cuando saca las cuentas a la luz y muestra la tendencia que tiene la
comunidad internacional a engañarse a sí misma. Las prioridades humanas siguen
siendo disfrutar del confort conocido y por conocer y mientras no llegue la
crisis sin remedio, no vamos a reaccionar en serio. Feliz viaje mientras tanto.