miércoles 07 de diciembre de 2011, 11:51h
¿Está en crisis un país que se puede permitir una semana de puentes en
vísperas de unas vacaciones de Navidad? ¿Está en crisis un país en el que se
prevén en estos días diez millones y medio de desplazamientos? ¿Nos podemos
permitir que se paralice la vida económica cuando nuestros principales
problemas son la productividad y la competitividad? No podemos, pero lo
hacemos. No trabajar el domingo, el martes, el jueves, el sábado y el domingo,
o hacerlo a medias, abriendo y cerrando fábricas, es apostar por la bancarrota.
Dice el presidente de la patronal que de esta crisis "tenemos que salir juntos
los que viajan en turista y en business",
pero se olvida de los muchos que ya no pueden ni coger el autobús porque han
perdido todo.
Y, sin embargo, seguimos jugando a la deshonestidad cuando rechazamos
demagógicamente los ajustes, terribles ajustes, que están poniendo en marcha en
algunas autonomías como Cataluña o Castilla-La Mancha. Los que, queramos no, tendremos que asumir todos los españoles
en el corto plazo. El presidente Rajoy tendrá que decir antes que
después a todos los españoles lo mismo que ha dicho Más a los catalanes: la
situación económica es tan grave que no hay otro camino que implantar políticas
de austeridad. No hay otra alternativa. Eso no significa, sin embargo, que la
crisis la tenga que pagar los que no sólo no son responsables en absoluto de
ella sino que la han sufrido más que nadie. Y en eso el nuevo Gobierno tendrá
que ser especialmente cuidadoso: debe tomar medidas justas y explicarlas lo
mejor que sepa. Tan dañino es mentir a los ciudadanos diciendo que no pasa nada
como adoptar medidas equivocadas. Y en ambas cosas el Gobierno que todavía está
en funciones fue "un maestro". Lo vamos a pagar.
Hay que ser exigentes con el nuevo Gobierno. Pero también responsables.
Hay muchos sectores en este país que no sólo no han pagado su responsabilidad
en la crisis sino que se han aprovechado de ella. El sector financiero es uno
de ellos y no puede seguir apelando al dinero público sin hacer sus deberes y
su proceso de regeneración. Hay muchos sectores de la sociedad que apenas han
sentido la crisis o lo han hecho de forma marginal. También les toca el turno.
Los partidos y las organizaciones sociales deben dar un paso al frente en lo
que se refiere a sacrificios, adelgazamientos y transparencia.
No se puede ir ante Europa a pedir ayuda y tiempo con unos dirigentes
políticos y económicos que no hacen sus deberes, que siguen viviendo del dinero
público, y con una sociedad que se puede permitir un acueducto en medio de la
crisis. Alemania hizo su reunificación con muchos sacrificios. Aquí no queremos
ni oír hablar de ellos. Preferimos irnos de puente.