Muchos más asistentes que de costumbre a este 33 aniversario de la Constitución Española.
Ha sido una celebración un tanto atípica en el sentido de que se
respiraba algo raro en el ambiente: por un lado, el presidente cesante,
Zapatero, y los suyos, que dejarán el cargo en días; por otro lado, el
presidente electo,
Rajoy, y los suyos, expectantes todos por ver cuál
será su cometido en el Gobierno. En un tercer frente, los periodistas,
buscando la exclusiva de la lista del Gabinete, y un cuarto frente los
indiferentes, aquellos que no tienen nada que perder ni nada que ganar.
Los
corrillos se multiplicaban, claro, buscando primicias que no llegaban.
Pese a la defensa cerrada que hicieron sobre Rajoy, el presidente electo
no tuvo más remedio que ser el invitado de honor de dos corrillos, pero
en ambos dijo lo mismo. Es decir, no dijo nada. Zapatero, por su lado,
no concitó tanto entusiasmo como en anteriores ediciones: la diana
estaba más bien puesta en un escurridizo
Rubalcaba -que para evadirse de
estos lances es el mejor- y de una aparentemente entusiasmada
Carme
Chacón, que aún busca apoyos para presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE.
Pese
al barullo, a Rajoy se pe pudo entender que vienen tiempos duros, de
sudor y de lágrimas. Confirmó que su primera ley será la que desarrolle
la reforma que él y Zapatero pactaron para fijar un techo de gasto para
todos, porque se va a reunir con
Merkel y con
Sarkozy y les va a decir
que España va a controlar su déficit -el 4,4 % para 2012 y el 3 % para
2013-, que pueden confiar en la calidad y solvencia de nuestra deuda
soberana, que va a emprender reformas profundas para ganar en
competitividad y que apoya la reforma de los tratados que el eje
París-Berlín ha pactado para Europa.
Pero,
¿qué le parece el plan de
Mario Monti para Italia, es extrapolable para
España, subirá impuestos, tocará el IVA? "Las medidas se anunciarán en
su día", fue su lacónica respuesta. ¿Y qué le parecen los recortes de
De
Cospedal, son aplicables al conjunto nacional? "Cada uno tiene su
método", pero no dirá más hasta el debate de investidura.
Y,
¿bueno, cómo será la estructura de su Gobierno, cuáles sus ministros?
Rajoy sólo revela que no ha dicho absolutamente a nadie, ni siquiera a
los propios interesados, quiénes van a ser sus ministros, que los dará a
conocer el día 21 de diciembre tras su cita con el Rey, después de que
acuda a La Zarzuela para jurar su cargo, aunque la estructura del Gobierno quizá se conozca el día 19.
Zapatero y el consenso con Rajoy
Huidizo,
muy huidizo con la prensa estuvo, por su lado, el presidente en
funciones del Gobierno, Rodríguez Zapatero, al que se le pudo ver con un
aspecto relajado durante el cóctel posterior al acto institucional.
Pero al final no pudo evitar que los periodistas le forzaran a hacer un
corrillo en el que desveló algunos detalles, como que no habrá copa
navideña este año en La Moncloa. "No me parece oportuna",
aseguró. O como que no va a presidir ninguna reunión más de las
Ejecutivas del partido que se celebren de aquí al Congreso federal del
PSOE.
"¿Cuándo
es el Congreso?", preguntó, irónico, a los periodistas para dar a
entender que está absolutamente desligado de la vida interna de su
partido. Así que dejó en manos de la Secretaría de
Organización cualquier reunión de la dirección, es decir, de
Marcelino
Iglesias. "Haremos un buen Congreso -vaticinó- porque se nos dan muy
bien". Zapatero reconoció, sin embargo, que se va de la política después
de haber pasado unos años "muy duros", pero deseando que "la economía
en España mejore rápidamente".
Ante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE,
que se celebra el 9 de diciembre, Zapatero aseguró que llevará "una
posición consensuada" con Rajoy para defender los intereses de España.
El consenso del presidente del Gobierno en funciones y el líder del PP
consiste también en el apoyo de la reforma de los tratados de la Unión Europea acordada por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy.
A
su entrada en el acto, Zapatero había dicho ante las cámaras que el
acuerdo francoalemán de reformar los tratados para unificar la política
presupuestaria e incluir sanciones contra los que incumplan es un "paso
importante" que espera produzca una reacción "positiva" de los mercados.
Y había añadido: "Espero que sirva para que los mercados reaccionen
positivamente y podamos entrar en un periodo de mayor tranquilidad que
es decisivo para la recuperación económica".
Un gran acuerdo nacional y flores para Zapatero
Curioso
fue, a lo menos, el discurso de despedida del presidente del Congreso,
José Bono. Lo estructuró en tres partes bien diferenciadas: primero, la
'celebración de lo que nos une', la Constitución, y el hecho de que por primera vez en 33 años esta celebración lo sea sin el terrorismo de ETA.
El
segundo aspecto fue la despedida "con profundo cariño" al presidente
saliente, Zapatero, al que el manchego echó flores sin par: "Cuando la
mar se calme, la tempestad amaine y con la perspectiva que da el tiempo
se puedan distinguir las voces de los ecos", dijo Bono, "contemplaremos
en toda su dimensión tu obra como gobernante: Presidente, has dado a
España lo mejor de ti en un tiempo difícil, y los españoles son
generosos y han de saber apreciarlo como te mereces. Presidente, gracias
por tus desvelos. Salud y éxito en tu vida personal y familiar".
Y
la tercera pata, la petición
in extremis de un gran pacto de Estado
entre PP y PSOE para sacar adelante a España: "Desde la calle nos dicen:
caminen juntos, pónganse de acuerdo".
Luego,
en los corrillos, mucho chascarrillo intranscendente: que se va de la
política, aunque se lleva dentro, que él ya está fuera, que hay que
vivir un poco, que ahora le toca a otros...
Fuera,
tras las verjas, un centenar o dos de personas aplaudían o pitaban a
sus señorías según entraban o salían: muchos pitos para Zapatero y
determinados socialistas; muchas palmas para Rajoy y destacados
populares. La única que mereció un trato 'doble' fue la líder de UPyD,
Rosa Díez, a quien le dedicaron palmas y aplausos por igual. Algún
destacado dirigente incluso llegó a salir por la puerta de atrás para
ahorrarse la sentencia del respetable.
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