miércoles 30 de noviembre de 2011, 08:08h
Hablar del Valle de los Caídos siempre
suscita recelos, puesto que este polémico monumento de Cuelgamuros, al norte de
Madrid, donde reposan los restos de miles de españoles víctimas de la guerra
civil, también es el panteón del dictador Francisco Franco, que no murió en la
contienda sino en una cama de hospital hace ahora 36 años.
Pero, aunque el asunto sea delicado, hay
que afrontar la realidad y, si es posible, encauzarla hacia una solución justa
y razonable. En esa dirección trabaja una comisión formada por personas de
diversas ideologías y que tiene como misión aplicar la Ley de la Memoria
Histórica al Valle de los Caídos. Pues bien: ayer esa comisión ha dado un paso
adelante proponiendo que los restos de Francisco Franco sean trasladados al
lugar que decida su familia, ya que el sitio adecuado no es el que ahora ocupa
en el Valle de los Caídos, porque, sencillamente, no se trata de una víctima de
la contienda incivil, de aquel fratricidio que incendió España en la
cuarta década del pasado siglo. Entienden estos expertos, y lo hacen con gran
respeto a todos, que lo que promueven es un lugar de homenaje a todas las
víctimas de la guerra civil, a todas, sean del bando que sean, y
hermanadas todas éllas ante la muerte que nadie evitó. Otra de las personas más
relevantes que están enterradas en este monumento es el fundador de la Falange,
José Antonio Primo de Rivera, cuyos restos sí permanecerán en esa
macro-sepultura porque fue una víctima de la guerra, si bien su tumba abandonaría
la ubicación actual, que es relevante y de privilegio, y se incorporará como
una más dentro de los planes que maneja la comisión. De ese modo, y más de 70
años después del final de la contienda, se pretende que el Valle de los Caídos
sea un punto de encuentro para todos los familiares, un epicentro de la
reconciliación, y una llamada a que nunca más se repitan horrores de ese
calibre en esta España en que, a veces, aún anda, errante, la sombra de Caín.
A ver si
--y hablamos de un asunto radicalmente distinto-- también se reconcilian con sus clientes, con
los usuarios de la aviación civil, los pilotos de "Iberia" que preparan otra de
sus inexplicables huelgas para el próximo mes de diciembre, y a la que han invitado
también a los tripulantes de cabina y al personal de tierra. Cuando la economía
española anda "hecha unos zorros", con cinco millones de parados, y cuando el
turismo es uno de los pocos sectores que aguantan el varapalo de la crisis, los
pilotos del SEPLA vienen a complicar aún más las cosas, y en lugar de resolver
sus aspiraciones mediante el diálogo se plantean perjudicar a los viajeros que
les pagan. Esperemos que recapaciten, y que entiendan que España no está ni
para privilegios ni para chantajes.