Todas las miradas ya siguen a Rajoy
martes 22 de noviembre de 2011, 08:35h
Es lo que tienen los
resultados electorales: que de inmediato hacen girar al vencedor a ciudadanos,
empresas, mercados... Todos cambian el enfoque de sus miradas y se aprestan a
observar los movimientos que hará "el nuevo poder", al que, por lo general, se
le reclama, de inmediato, actuaciones urgentes, y por supuesto, salvadoras...
Rajoy ha hecho dos encargos, en las primeras horas de su nueva condición de
presidente electo: Ha encargado a Saénz de Santamaría que se ocupe de las
cuestiones relativas al relevo del poder, desde el PSOE al PP, y ha solicitado
a Angela Merkel, la gran valedora de la Unión, que ayude en lo posible,
alegando que España ha sido socio cumplidor en materias como el déficit, y lo será en mayor medida en adelante... No
hay duda de que el mandato de Rajoy estará muy pendiente de lo que harán unas
cuantas mujeres clave, entre ellas éstas dos primeras aparecidas en escena.
Ahora, parece prevalecer la
idea de que procede agilizar el traspaso de poderes, en la medida de lo
posible. No hay razón para prolongar plazos que pueden ser abreviados, y que
pueden cooperar a que se consoliden
ciertos niveles de confianza en los nuevos equipos. A estas alturas, una vez
superado el escrutinio de los votos y la comprobación legal de esos recuentos,
no hay excusa para prolongar esa situación de "tiempo muerto" al que suele
tenernos acostumbrados la Administración Pública. Hay una serie de reformas
pendientes, y todo lo que sea agilizarlas y ponerlas en marcha podría ayudar a
afrontar la verdadera asignatura del Gobierno y de la sociedad española en esta
hora: la creación de puestos de empleo, la reactivación de su actividad. Si
acaso, el Gobierno debiera aplacar algunas impaciencias de una sociedad que
padece desde hace tiempo esos gravísimos problemas -el desempleo, la
inactividad- y que tiene todo el derecho a esperar que fórmulas nuevas
intenten resolver situaciones que no resolvieron otros equipos de gobierno. La
propia UE parece cooperar en esta urgente necesidad de proceder a reformas
profundas y creíbles. Europa, como la ciudadanía española, apremian a Rajoly
para que precise ya su proyecto económico..., aunque tampoco faltan malpensados
que sospechan que Rajoy ha remitido a Merkel y sus hombres de confianza sus
planes y proyectos, y está a la espera de recibir su borrador con algunas
correcciones... De otro lado, se nos anuncia ya que Rajoy aprobará en su primer
consejo de ministros nada menos que tres reformas de gran calado: el freno del
gasto público, el sanea miento financiero y el
nuevo marco de negociación colectiva en el ámbito laboral. El primero de
estos propósitos no es otra cosa que la aprobación del desarrollo de la reforma
constitucional que pactó con el PSOE de Zapatero hace un par de meses. A continuación,
o al mismo tiempo, el Gobierno se tiene que entregar a la tarea de elaborar los
presupuestos para 2012, que debieran estar listos, a más tardar, en marzo. Y
para disponer de los presupuestos del Estado, será imprescindible disponer de
algunas previsiones sobre la marcha económica de los nuevos tiempos. Este mismo
lunes, la fundación de las Cajas de Ahorros, que suele ser una excelente fuente
informativa, ha pronosticado que el PIB retrocederá medio punto en 2012, y que
la tasa de paso es probable que escale hasta el 23 por 100. Dicho de otro modo:
a Rajoy y su equipo le vamos a reclamar los milagros que, según el propio Rajoy
señalaba, no llegó a prometer en ningún momento...Se trata de romper la
tendencia, y pasar del signo menos, que nos viene acompañando, a posiciones
positivas, sobre todo en esas dos cuestiones: paro y riqueza nacional. Es
decir, la llegada de Rajoy y su equipo no llega
con datos felices desde el primer día, y tendrá que trabajarlos seriamente...
Y mientras tanto, lo que
suceda en el seno del PSOE no deja de ser "juego periodístico", pero sin la trascendencia de lo que hará el
Gobierno. El PSOE tiene que resolver sus muchos problemas, evidenciados en los
efectos de la crisis, y en los resultados de las elecciones autonómicas, primero,
y generales más recientemente. El PSOE, de repente, se ve privado de la gran
presión que ha venido padeciendo, sobre todo, en los tres últimos años.
Liberado de tal presión, sin prisa y sin pausa, el PSOE se deberá ocupar de
resolver sus problemas internos para, primero, convertirse en un eficaz partido
de la oposición, y seguidamente, volver a presentarse ante la sociedad española
como una opción electoral fiable para una ciudadanía que, en una gran mayoría,
le dio la espalda a la hora decisiva de votar: cuatro millones de deserciones
exigen alguna explicación.