Rubalcaba: se confirmó el suicidio
lunes 21 de noviembre de 2011, 00:58h
Todavía la víspera de las elecciones
Pérez Rubalcaba aseguraba que llegaba "la remontada", pero la realidad es
tozuda y lo que ha recibido al final del escrutinio es la peor derrota del
socialismo desde la transición democrática. Y según sus propios cálculos, 110
diputados es un resultado políticamente inasumible. Hoy Rubalcaba está en el
limbo político, sin que pueda saberse muy bien cuál va a ser su suerte
inmediata.
Hemos insistido desde este espacio
acerca de que, además de la carga excesiva que le suponía la herencia de
Zapatero, la orientación agria de la campaña podría reconfortar a su
militancia, pero no conseguiría detener el tránsito del voto de izquierda hacia
Izquierda Unida y, sobre todo, que le llevaría a perder al resto de los
votantes. El trabajo de los grupos focales de la campaña del PP arrojaba con
claridad que Mariano Rajoy debía enfatizar su rechazo de la pelea y seguir
apostando por la ecuanimidad. El candidato popular ha acentuado ese mensaje
conforme se acercaba el final de la campaña y los resultados están a la vista.
Queda por tanto el interrogante de
qué hubiera sucedido si en vez de esa orientación peleona, la campaña de
Rubalcaba se hubiera mantenido en la competencia por los votos del centro,
jugando también la carta de propuestas de Estado. Una respuesta posible al
respecto es argumentar que, hiciera lo que hiciera en la campaña electoral, la
derrota descomunal era inevitable. Pero, en cualquier caso, lo que resulta una
evidencia es que la apuesta por la acritud no ha sido rentable. Más aun, cabe
la pregunta de si la utilización de las viejas glorias -y sobre todo de Felipe
González- no hubiera sido más útil en una orientación constructiva de
experiencia de Estado, que para la escenificación del recurso al voto del
miedo. Incluso cabe preguntarse si el propio González no debería haber
recapacitado sobre el guión de sus intervenciones en la campaña. ¿O es que
también le va la marcha peleona? Pues lo siento, pero el papel que ha hecho es
cuando menos poco elegante.
En estos momentos todo queda en el
PSOE en el campo de juego. La gran mayoría de sus dirigentes aluden al Congreso
partidario en ciernes y no quieren dar nombres del próximo secretario general.
Ya está empezando a notarse que es muy difícil no castigar al candidato que ha
liderado tamaño fracaso.
Por lo demás, una imagen vale más que
mil palabras y ahí estaba Rubalcaba, completamente sólo para hacer la
intervención de reconocimiento de la victoria del oponente y la propia derrota.
¿De dónde habrá surgido la iniciativa de que apareciera completamente solo?
¿Seguirá creyendo Rubalcaba que él es el único responsable? ¿O será más bien
que los otros no estaban rabiosamente dispuestos a acompañarle? En todo caso,
se trata de una muestra más de una imagen que mezcla responsabilidad con masoquismo
político. Una combinación poco edificante. El broche de oro de una campaña
desafortunada que puede haberle conducido definitivamente al suicidio político,
tras haberle facilitado el harakiri electoral.