Rubalcaba -y su equipo- ha cosechado el peor resultado socialista en
la historia de la democracia reciente en España. Ha sido, más que una derrota,
una debacle sin paliativos, un auténtico hundimiento del Partido Socialista.
Rubalcaba -y su equipo- ha obtenido menos resultados no ya que
Joaquín Almunia
en el año 2000, sino que incluso en los albores de la transición, allá por
junio de 1977, cuando España estrenaba elecciones después de la 'cuarentena'
franquista y
Felipe González obtuvo tan sólo 118 escaños, la cifra más baja de
diputados hasta el triste record batido hoy por Rubalcaba -y su equipo-.
Desde 1977 para acá, para el PSOE todo ha sido ir creciendo en votos y
en escaños, y desde luego en presencia y en representación social. De los 118
escaños de 1977 -cuando funcionó el 'voto del miedo' y la gente votó UCD por
temor a un golpe militar- a los 121 obtenidos en 1979 y hasta los 202 de 1982,
la mayor representación que ningún partido obtuvo en toda la historia de
España. Luego, claro, los años de desgaste de los Gobiernos de González y el descalabro
de Joaquín Almunia en el año 2000, pero ninguno tan grave como el de Rubalcaba
-y su equipo, empezando por
Elena Valenciano-.
Este auténtico desastre merece una reflexión muy seria, mucho más de
lo que puede caber en estas líneas. Pero sí es necesario esquematizar de
entrada algunos puntos que van a resultar fundamentales a partir de esta misma
madrugada:
1. El gran culpable del abismo al que ha sido arrojado el Partido
Socialista se llama
José Luis Rodríguez Zapatero. Una corriente interna del PSOE está
planteando ya su dimisión como secretario general -como ha contado
Diariocrítico- y el nombramiento de una gestora que articule el próximo
Congreso, que debería celebrarse a principios de 2012.
2. El problema es que esa gestora no pueden encabezarla ninguno de los
que han sido copartícipes de las decisiones (malas) del Ejecutivo; es decir, Rubalcaba
o
Carme Chacón. Rubalcaba, además, por ser el gran perdedor de las elecciones,
el que ha acabado por dar la puntilla al PSOE. Probablemente, un candidato
ideal sería el actual lehendakari vasco,
Patxi López.
3. Rubalcaba, tras el mayor desastre electoral del socialismo en
España debe tener la misma honradez y la misma altura personal y moral que tuvo
Joaquín Almunia y dimitir como diputado.
4. El PSOE debería poner en marcha de forma inmediata un Congreso de
auténtica renovación interna. La gestión de Zapatero ha sido tan laminadora,
que el PSOE no sólo tiene que poner fin al '
zapaterato', esa peculiar forma
cesarista de gobernar interna y externamente, sino también superar sus efectos retirando
a aquellos que lo han conformado en todo este periodo y que han dejado al
partido convertido en un páramo. Sobran, desde luego, los que han formado
equipo con Zapatero -sus asesores áulicos, tan responsables como él del
desastre-, y sobran también los que se pasaron al
rubalcabismo; esos, que primero
fueron copartícipes de una mala gestión gubernamental y que luego han sido
copartícipes de un equipo electoral que ha fracasado de forma estrepitosa.
5. Para estas circunstancias que se avecinan no valen tampoco los
'barones' ni las 'baronías': son tan culpables -todos, quizá, menos uno, al
menos- del hundimiento. Ninguno ahora -salvo, acaso, Patxi López- puede
abanderar una renovación interna como la que precisa el Partido Socialista en
estos momentos. Ninguno de ellos puede sembrar en el páramo desértico que ha
dejado el paso del
zapaterato.
Lo anterior sería,
probablemente, lo ideal, claro. Pero, ¿qué hará ahora el PSOE? ¿Realizará una
leal oposición, o, lo que es lo mismo, ayudará para sacar a este país del
desastre en el que está sumido o se echará al monte, saldrá a la calle y
enarbolará la bandera revolucionaria? Es una difícil decisión. Pero el porvenir
de todos nosotros está en lo que ellos decidan.
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