La columna de Gema Lendoiro: "Benetton, el campeón en ofender gratuitamente"

Para mí ya ha dejado de ser una casualidad que casi siempre que se quiere provocar en temas de publicidad, no se sabe muy bien por qué, se hace atacando a la Iglesia Católica. Les hace una gracia increíble a los publicistas. Los creyentes de esta confesión ya estamos más que acostumbrados a la ridiculización, burla y chistes de mal gusto. Si algún sector protesta entonces nunca faltan las voces que nos recuerdan la inquisición, la pederastia de algunos curas y un Vaticano lleno de tesoros debajo de cada baldosa. Como si la existencia en el pasado y en el presente de esas vergüenzas y delitos fuesen nuestra responsabilidad y estuviésemos de acuerdo con ellas. Por supuesto no faltan voces, generalmente del lado de las personas ateas y además progres que nos echan en cara que seamos tan puritanos (¿?) y que nos escandalicemos de algo que es un montaje, una ficción. 

Y la verdad es que no nos escandalizamos. La verdad es que nos ofende. Igual que me ofendería ver un fotomontaje de mi padre (el biológico) besándose con otro hombre en un cartel enorme en un edificio cualquiera del Paseo de la Castellana. Y supongo que a cualquiera de los publicistas le espantaría ver a su madre en un fotomonte en situación íntima. Y de la misma manera que me ofende ver la portada del Jueves con los príncipes de Asturias en un montaje de su vida íntima. Porque de lo que se trata en estos casos es que es evidente que el objetivo es hacer daño, sembrar la polémica, hacer mucho ruido y conseguir así que la campaña tenga una publicidad por la que no hay que pagar. Luego, al cabo de 24 horas piden disculpas, dicen que no tenían intención de herir y la retiran. Y aquí paz y después gloria. Pero el objetivo ya lo han logrado. Les apuesto lo que quieran a que en prácticamente todos los medios de comunicación del mundo hoy se habla de Benetton. Y eso es lo que ellos querían. 

Los católicos no somos muy protestones ni se va a alzar ningún grupo en contra de Benetton. Pero los islámicos es otro cantar. Que Benedicto XVI se bese en la boca con el imán  de la mezquita Al-Azhar de El Cairo, Ahmed Mohamed el-Tayeb,  puede que a ellos sí les moleste gravemente y sus acciones vayan mas allá de una protesta formal y firmada como ha hecho el Vaticano. En cualquier caso me pregunto, y no hallo respuesta, en por qué hay que meter el tema homosexual de por medio. No encuentro el motivo, la gracia, la intención, lo que quiera que se buscase. ¿Les parece más chic? ¿más moderno, quizás?

La campaña lleva como lema unheat, sin odio. Pues menos mal ¿Es así cómo entienden ellos que debe acabar el odio? ¿Con un beso en la boca entre Benedicto XVI y el imán egipcio? ¿Su propuesta para la resolución del conflicto árabe israelí es un morreo entre Netanyahu y Mahmud Abas? ¿No había nadie dentro del departamento de Benetton que les dijera que eso que estaban haciendo era ridículo, zafio y rastrero? ¿Nadie en esa gran empresa posee dos dedos de frente y es capaz de decir en una reunión que la ética tiene que estar por encima de las ventas? ¿No es una campaña contra el odio? Entonces, ¿por qué sembrar esa cizaña de manera gratuita?

Definitivamente no vuelvo a comprar en Benetton. Y si mucha gente hiciera lo mismo es lo único que entenderían. Porque el daño moral les resbala. Y me apuesto lo que ustedes quieran a que también les encanta.

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