Desde Costa Rica, indignado con la Roja
miércoles 16 de noviembre de 2011, 07:57h
Pese a que estemos a menos de una
semana de unas elecciones cruciales, como por otra parte la campaña no parece
estar moviendo prácticamente nada, no me voy a dedicar en esta nota a la
coyuntura política. Sucede que, en esas vueltas latinoamericanas que me llevo,
logré estar en Costa Rica para ver a la selección española en el partido contra
su homóloga costarricense. Debo reconocer que alguna ilusión me hacía el
evento, porque acepté una invitación a ver el entrenamiento de la Roja en la
víspera. Pero precisamente por eso el partido de ayer consiguió indignarme. Una
indignación que no sólo es deportiva sino también política.
Vaya por delante que ya no me habían
gustado las insanas condiciones del viaje. Salir a la carrera de Londres para
pasarse toda la noche en el avión y llegar acá con el correspondiente síndrome
del cambio horario para meterse en un encuentro de bruces y salir esa misma
tarde disparados para España, me parece un maltrato para los jugadores. Claro,
ellos son gente joven que dicen en las ruedas de prensa que su cuerpo aguanta
lo que le echen. Indudablemente, se mienten a sí mismos. Pero entonces ¿Quiénes
deben ser responsables de que no haya maltrato? Parece evidente que esa
responsabilidad tiene dos principales figuras: la Real Federación Española de
Futbol y el entrenador.
Con respecto a la primera, su
Presidente, Ángel María Villar, tuvo el desacierto de presumir en San José de
que este encuentro había sido producto del amiguismo y la codicia de algunos
juegos empresariales, que en Costa Rica no tienen precisamente mucha
transparencia. Es decir, todo indica que estos esperpénticos partidos amistosos
tienen en el señor Villar a su principal
responsable. Parece que es completamente necesario dirigir la mirada crítica a
los patrones de estas operaciones, los dirigentes de la Federación, que se
invisten de realeza, cuando ni siquiera podrían presumir de nobleza y
transparencia.
Claro, esas cosas no sucederían tan
fácilmente si el entrenador de la selección, además de buena persona, tuviera
algo más de carácter a la hora de cuidar de su plantilla. Pero ya sabemos que
Del Bosque siempre se ha caracterizado mucho más por administrar las cosas que
van bien que por tener el coraje de crearlas. Para eso hay que buscar a gente
como Luis Aragonés, que sí se mezcla con sus muchachos y los defiende. Vaya por
delante que también ha sorprendido en Costa Rica que el entrenador se alojara
en un hotel diferente al de sus pupilos (claro, pegado a los viajeros de la
Federación).
Bueno, pues con ese telón de fondo,
la Roja comenzó el partido como si pasara por allí por casualidad. Cuando
Andrés Iniesta repite eso de que "se desaprovecharon los primeros 45 minutos"
sólo está diciendo lo más obvio. Pero quienes vimos ese primer tiempo de cerca
empezamos a indignarnos ya a los 15 minutos del encuentro: la selección
española caminaba por el campo tratando de retener la bola, sin ninguna
intención de meterle revoluciones al encuentro: ni una sola carrera de los
delanteros, ninguna anticipación o cambio de ritmo. ¿Estaban despreciando
olímpicamente al contrario? ¿Realmente pensaban que el encuentro con Costa Rica
sería un paseo, después de su mala actuación la semana previa en Panamá? Es
difícil saberlo, pero lo que si fue evidente es que los españoles jugaban como si los oponentes estuvieran cojos o nunca en su vida hubieran
jugado al futbol. Así que hay que saludar a la selección tica por haber hecho
respetar, con un dos a cero impecable. Y así concluyó esa primera parte para el
mayor de los olvidos.
En la segunda mitad el cuadro español
comenzó a moverse un poco más. En realidad, parece mentira que los jugadores
que forman la mayoría del equipo español procedan de equipos que juegan a la
velocidad del rayo. Y de esa forma, la selección pudo salvarse in extremis de
un ridículo mayúsculo, al conseguir empatar el partido.
Pero la pregunta de fondo queda
incólume: ¿de qué le sirve a la selección pasear por el mundo haciendo estos
impresentables papelones? Se supone que estos partidos son para preparar el
cuadro seleccionado de cara a los partidos oficiales. ¿Pero quien se cree a
estas alturas que estos espectáculos poco edificantes sirvan realmente de
preparación para algo? El señor Del Bosque aseguró al concluir el partido que
no tienen nada que reprocharse, algo muy similar a lo ya dicho cuando perdieron
con Inglaterra. Al bueno del marqués pronto le va empezar a crecer la nariz,
porque no me creo que sea tan inconsciente del ridículo que hace la selección
en estos "amistosos".
Me pregunto si habrá alguna manera de
parar este cachondeo, de pedir cuentas a estos señores de la Real Federación
que llevan tantos años en el negocio, de encararle al señor Del Bosque si algún
día va a tener los arrestos necesarios para proteger más seriamente a sus
pupilos de estos atropellos (como indudablemente lo hacía Aragonés, por eso el
señor Villar lo dejó marchar). Sabemos
que las federaciones se rigen por el derecho privado, pero algún límite deberá
tener eso cuando se usan abiertamente los símbolos públicos nacionales. Digo
yo.