martes 15 de noviembre de 2011, 08:26h
Recordarán que cuando el presidente Zapatero fijó la jornada de las elecciones generales para el 20 de noviembre, algunas personas, de distinta ideología y por razones diferentes, mostraron su sorpresa porque se había elegido una fecha, el 20-N, en la que se cumplen aniversarios del fusilamiento del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y de la muerte por enfermedad del dictador Francisco Franco. Replicó entonces Zapatero que esa fecha no le decía nada, que para él era un día como cualquier otro.
Quizá tenía razón el aún hoy presidente, pero ayer la Junta Electoral de Madrid ha prohibido los actos que un grupo de nostálgicos de las ideas de José Antonio y de Franco celebraban tradicionalmente en esa fecha, en el 20-N. Nos preguntamos si esa prohibición es necesaria; si los que mantienen en su mente una visión idealizada y positiva, por descabellada que sea, de dos personajes que, con toda su carga de defectos, ya están en la Historia, merecen que les prohíban o aplacen sus ceremonias.
Si el 20-N es un día como cualquier otro (como lo son el 18 de julio o el 23-F), parecen improcedentes esas cautelas que tendrían sentido en el caso de que una ideología antidemocrática o dictatorial o fascista estuviese siniestramente floreciendo, y pudiese perturbar la paz y la concordia en una jornada electoral. Por suerte, la madurez del pueblo español ha superado esas pruebas, y no hay por qué ser tan precavidos y tan cautos sobre lo que no es más que una anécdota o una pura coincidencia. Si el 14 de abril, los republicanos sacan a sus balcones y ventanas la bandera tricolor, lo hacen porque tienen el bendito derecho a la libertad. Y si el 20-N los reductos joseantonianos o franquistas quieren celebrar sus misas y poner sus laureles y vestir sus camisas azules y acudir al Valle de los Caídos ¿a quién molestan? No se puede ser tolerante a medias: o se es o no se es. Y si Zapatero dijo que para él el 20-N nada significa, como nada les dice a la inmensa mayoría de los españoles, ¿por qué no permitir que los últimos náufragos del franquismo, sin molestar a nadie, canten sus himnos y celebren sus misas? Prohibir, en algún caso, es provocar. Y la grandeza de la democracia consiste en distinguir, en las páginas de la Historia y en las evidencias de la psicología social, dónde está lo que de verdad importa, y en no meterse en jardines innecesarios. En definitiva, en no matar moscas a cañonazos.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (6)
658 | Cuquiña - 15/11/2011 @ 23:41:02 (GMT+1)
Tengamos la fiesta en paz, si se prohibe a unos que hagan homenajes a personajes del pasado, que no se consienta, esperemos que no ocurra, que los del 15M pongan un poblado chabolista en la Puerta del Sol como hicieron durante tanto tiempo y sin respetar la jornada de reflexión y de votación del 22M. A ver si podemos disfrutar de unos días anteriores al de la votación con tranquilidad, no queremos sorpresas, no queremos acontecimientos violentos, vamos a ir a las urnas con nuestro voto pensado en función de los últimos casi cuatro años de legislatura, la campaña electoral es una función benéfica en beneficio del que habla o para insultar continuamente como hacen algunos, y ahí los indignados que nos contamos por millones podremos manifestarnos sin perjudicar a nadie, en silencio y democráticamente. ¡Al fín nos toca¡
659 | Tomás - 15/11/2011 @ 23:41:00 (GMT+1)
Sr. Luis del Olmo: no tiene vergüenza ni respeto alguno para las víctimas del franquismo y sus familiares. Sus palabras tratan de ofendernos pero no pueden porque, sencillamente, usted se ha situado en el lado de los criminales, de quienes celebran un golpe de estado que supuso una de las más terribles guerras en este país, un terrible genocidio y 40 años de represión y dictadura. Usted, Sr. Del Olmo, debería conocer mejor que nadie la actualidad, lo que está ocurriendo con grupos neonazis en Europa, en España y, lo que es peor, en el seno del partido único de la derecha, el Partido Popular, donde buen número de sus cargos electos, en consonancia con lo que usted opina sin miramientos, exaltan el totalitarismo franquista y se niegan a condenar la dictadura.
¿Osaría pedir el mismo derecho que defiende para quienes justifican y anhelan los métodos criminales del franquismo y su barbarie para los comandos de ETA y sus simpatizantes cuando quieran celebrar y reivindicar sus matanzas?
655 | Angel - 15/11/2011 @ 23:40:50 (GMT+1)
"Con todo, prohibir me parece un punto más democrático que "impedir": el que impide pone un obstáculo en las cosas, el que prohíbe apela a la persona, aunque sea bajo amenaza de castigo. Diré que, por mi parte, no tengo prejuicio alguno contra las prohibiciones; si tuviese un cargo, no tendría reparos en prohibir, salvo el conocimiento de su inutilidad. Me refiero a la inutilidad que consiste en una desobediencia total y generalizada. La inutilidad o imposibilidad de prohibir es uno de los efectos más desastrosos de la democracia como partitocracia selectiva."
Sánchez Ferlosio, Rafael.
650 | Sonia - 15/11/2011 @ 23:40:46 (GMT+1)
Pues nada, vaya usted a ensalzar las ideas nazis de Hitler a Alemania, a ver si lo consienten. Es una vergüenza que ese "monumento" siga en pie.
640 | Angel - 15/11/2011 @ 13:52:19 (GMT+1)
Cómo están las cabecitas... Uno equiparando la celebración del día de la democrática república con el aniversario de la muerte de un dictador y de otro que sólo se quedó en proyecto de serlo. Otra pidiendo la libertad para un saco de huesos, auténticos huesos.
631 | Miriam Ben Ami - 15/11/2011 @ 12:34:40 (GMT+1)
Libertad para José Antonio, preso en la cárcel franquista del Valle de los Caídos. (una falangista auténtica)
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