Algunas joyas del debate a cinco
jueves 10 de noviembre de 2011, 08:16h
En el debate de a cinco organizado
por Televisión Española ha habido mucha cordialidad y buen trato -por ejemplo
casi todo el tiempo se tuteaban y se llamaban por el nombre de pila- pero ello
no debe ocultarnos algunas joyas que muestran las dolorosas falencias de
nuestra cultura política.
En el bloque de política económica
resulta impresionante la soltura de cuerpo con que Gaspar Llamazares, el
portavoz de IU, se refiere al tema de los recortes. Pareciera que en España no
hay ningún problema de déficit público y de deuda (privada y pública). ¿Seguirá
desconociendo que gastar lo que no tiene respaldo presupuestario, como hizo el
Gobierno tripartito en Cataluña, lleva a las finanzas públicas a la bancarrota?
Su defensa del ingreso de los trabajadores está muy bien, como lo está su
propuesta de fiscalidad progresiva, pero supongo que no creerá que eso disuelve
el grave problema de la crisis fiscal y económica actual. Cuando intervenía
Llamazares resultaba imposible no recordar aquel gobierno de Alan García en
Perú cuando en medio de la crisis fiscal se lanzó a la fuga hacia delante del
incremento rampante del gasto público hasta conducir al país a la peor crisis
económica de su historia. Es cierto que la restricción del gasto no es la
solución de la crisis a largo plazo, pero eso no disminuye un ápice la
necesidad de recuperar el equilibrio perdido a corto plazo. Y no ver eso es
pura ceguera ideológica o, peor aún, simple demagogia.
La otra joya fue producto de una
intervención de Pere Macías, el representante de CIU, cuando afirmó, con toda
seguridad, que todos los españoles sabemos muy bien que Cataluña está
recibiendo un trato fiscal injusto en España. Desde luego, hay gente que por defender
sus votos locales está dispuesta a ofender la inteligencia, que es lo mismo que
llamarnos idiotas a todos los españoles. Los inventores de fenicismo político
poniéndose ahora en plan víctima frente a la ciudadanía española. Tiene narices
la cosa.
Otra deslumbrante joya la produjo el
portavoz en el debate del PP, Alberto Ruiz-Gallardón, en su esfuerzo encendido
-como el color rojo de su corbata- por demostrar que el PP es rotundo defensor
del Estado de Bienestar. Así, llegado un momento de entusiasmo afirmó que "el
PP garantiza que la educación y la sanidad no se verán afectadas por la crisis
económica". Por favor, don Alberto, podría usted haber dicho que el PP
garantiza que la salud y la educación serán los últimos ámbitos a recortar para
enfrentar la necesaria reducción del gasto público. Pero sostener que los
principales rubros del gasto saldrán absolutamente ilesos de los efectos de la
crisis no se lo cree ni usted, en su mejor sueño de progresista in-confeso.
La otra joya destacable corrió a
cargo de Ramón Jáuregui, portavoz del PSOE, que acusó al PP ni más ni menos de
conducta antidemocrática por haber llevado al Tribunal Constitucional el
Estatuto de Cataluña, entre otras cosas. Claro, Gallardón lo tuvo refácil: es
que el PP se atiene -le dijo- fielmente a la madre de las reglas del juego, la
Constitución, por lo que reprochar que se haga la consulta constitucional es
prueba de que no hay fidelidad a las reglas del juego. En el fondo, no deja de
tener gracia la cosa: el actual equipo del PSOE, que se las da de
hiperdemocrático, jugando con cartas marcadas el juego constitucional, lo que
al final del día hace del PP el principal adalid del texto constitucional. Habrá
que pedirle a Peces-Barba que en vez de dedicarse a soltar ocurrencias en
encuentros por ahí perdidos, se dedique a enseñar en su partido que la esencia
del juego democrático tiene como punto de partida la fidelidad a la
Constitución.