Muy sincera de sí misma. Así ha aparecido
Scarlett Johansson en la portada de
Vanity Fair. Pero
en esta ocasión su impecable aspecto queda en un segundo plano, las
declaraciones acerca de sus fotografías robadas por un hacker han sido
las protagonistas de la publicación.
"Se las mandé a mi marido, no hay nada de malo en ellas",
explica la actriz, a la par que asegura que no se avergüenza de las
mismas ya que "no era como hacer una porno, aunque eso tampoco tendría
nada malo".
Según ha contado la protagonista, que pronto se puso en
contacto con el FBI para encontrar al ladrón de sus fotos, ella sabe
"cuáles son sus mejores ángulos".
Las mismas fueron tomadas hace tres años, cuando ella aún estaba casada con
Ryan Reynolds. "Las fotografías son muy personales y privadas", explicó el abogado de
Johansson cuando saltó la noticia.
Recordemos que en las imágenes se podía ver a
Scarlett de espaldas a un espejo y desnuda, mientras que en otra estaba en topless tumbada en una cama.
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