Un cierto aroma a fracaso exterior
domingo 30 de octubre de 2011, 12:01h
Siempre
pensé que el nombramiento de doña Trinidad Jiménez como ministra de
Exteriores no había sido acertado. Creo que algo semejante piensa la
mayor parte de nuestra diplomacia, desmoralizada, a lo que se ve, hasta
grados indecibles. Lo que ha ocurrido en la descafeinada 'cumbre'
iberoamericana de Paraguay, en la que las ausencias han sido tantas como
las presencias, con el agravante de que muchos de quienes no
concurrieron representaban lo más importante de América Latina, es
sintomático: puede que el presidente paraguayo, Fernando Lugo, no
hiciese bien los deberes -de hecho, al encuentro de Asunción faltaron
sus dos poderosos vecinos, Brasil y Argentina-, pero también es seguro
que el Gobierno español no ha puesto de su parte todo lo que hubiera
sido necesario para que esta 'cumbre' iberoamericana no tuviese el aroma
del fracaso.
Y,
a mi entender y aunque en esta ocasión yo no haya podido estar allí
para constatarlo personalmente, la 'cumbre' ha sido un sonoro fracaso;
de ella casi nada tangible ha salido, excepto alguna pataleta como la
protagonizada por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa. Estos
encuentros iberoamericanos al máximo nivel, que han cumplido ya
veintiuna ediciones, son mayoritariamente sufragados y alentados por
España, que en tiempos de Felipe González ideó acertadamente estas
reuniones como parte de la ofensiva diplomática y económica hacia
América Latina. Lo cierto es que las naciones americanas han ido
perdiendo interés por Europa, en general, y hasta cierto punto por la
antaño admirada España, en particular. Y ni la diplomacia española ha
sabido contrarrestar la influencia creciente en América de países
emergentes, como India o China, ni las propias grandes empresas de
nuestro país han seguido manteniendo, en algunos casos, el ritmo
inversor y la dinámica de años pasados.
La
crisis también ha pesado en este aspecto, y ahora las inversiones
empiezan a llegar desde América, en lugar de ser al revés. Temo que ni
en La Moncloa ni en el Ministerio de Exteriores se han percatado del
todo de que las cosas ya no son lo que eran y de que es necesario
afrontarlas de manera diferente. Ni siquiera la influencia del Rey,
patentemente más cansado que en años anteriores, aunque mantenga su
carisma en la mayor parte de los países hermanos, ha servido para
iluminar y hacer más concurrido este encuentro de Asunción, en el que la
delegación española parecía más preocupada por la grave situación
económica interna que por otras cuestiones.
Pero
España no puede perder terreno en América Latina de la misma manera que
lo ha perdido en Europa. El Gobierno que salga de las elecciones del
próximo día 20 tendrá que dedicar mucha atención a la política exterior,
una atención que, hasta donde sabemos, no se refleja en los programas
electorales, agobiados por la economía. Como si una diplomacia ágil e
imaginativa no tuviese que ver con la economía. Es el caso que en estos
días conoceremos en su totalidad esos programas y podremos saber hasta
qué punto esa desidia por las cuestiones internacionales se confirma: ni
Zapatero, por sus complejos idiomáticos y su falta de experiencia
internacional, ha sido precisamente un líder mundial, ni
Rajoy, su casi seguro sucesor, apunta tampoco una gran afición a moverse
pisando fuerte por el mundo.
Sin
embargo, el caso es que lo ocurrido en los últimos días, en los que
España fue vapuleada en Europa y ninguneada en América, no puede volver a
ocurrir. Nuestro país precisa una enorme ofensiva en política exterior,
un rearme diplomático: ¿quién será el encargado de propiciarlos?
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (6)
151 | Figueroa - 08/11/2011 @ 00:05:18 (GMT+1)
Pues ahora con la Celac y Unasur, España que se acostumbre a la irrelevancia en América. Quizás la cumbre Iberoamericana tenga que convertirse en un addendum de las cumbres Euro-Latinoamericanas, y limitarse a lo cultural-lingüístico. Y eso de los reyes ya resulta anacrónico.
152 | Figueroa - 08/11/2011 @ 00:05:18 (GMT+1)
Pues ahora con la Celac y Unasur, España que se acostumbre a la irrelevancia en América. Quizás la cumbre Iberoamericana tenga que convertirse en un addendum de las cumbres Euro-Latinoamericanas, y limitarse a lo cultural-lingüístico. Y eso de los reyes ya resulta anacrónico.
150 | Figueroa - 08/11/2011 @ 00:05:17 (GMT+1)
Pues ahora con la Celac y Unasur, España que se acostumbre a la irrelevancia en América. Quizás la cumbre Iberoamericana tenga que convertirse en un addendum de las cumbres Euro-Latinoamericanas, y limitarse a lo cultural-lingüístico. Y eso de los reyes ya resulta anacrónico.
149 | Figueroa - 31/10/2011 @ 11:43:08 (GMT+1)
Pues ahora con la Celac y Unasur, España que se acostumbre a la irrelevancia en América. Quizás la cumbre Iberoamericana tenga que convertirse en un addendum de las cumbres Euro-Latinoamericanas, y limitarse a lo cultural-lingüístico. Y eso de los reyes ya resulta anacrónico.
148 | Figueroa - 31/10/2011 @ 11:43:01 (GMT+1)
Pues ahora con la Celac y Unasur, España que se acostumbre a la irrelevancia en América. Quizás la cumbre Iberoamericana tenga que convertirse en un addendum de las cumbres Euro-Latinoamericanas, y limitarse a lo cultural-lingüístico. Y eso de los reyes ya resulta anacrónico.
147 | Figueroa - 31/10/2011 @ 11:42:58 (GMT+1)
Pues ahora con la Celac y Unasur, España que se acostumbre a la irrelevancia en América. Quizás la cumbre Iberoamericana tenga que convertirse en un addendum de las cumbres Euro-Latinoamericanas, y limitarse a lo cultural-lingüístico. Y eso de los reyes ya resulta anacrónico.
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