"Entre ahora y el miércoles, tenemos que encontrar
una solución. Una solución estructural, una solución ambiciosa y una solución
definitiva. No tenemos otra elección" Así se pronunciaba el Presidente
francés al llegar el sábado a Bruselas.
La crisis europea ha alcanzado un grado tal de complejidad
que no resulta sencillo adivinar si lo que se ofrece es paliativo, curativo, o
simplemente un nuevo error que en un tiempo breve se demuestre incapaz de
separarnos de la enfilación a la desintegración de la UE, rumbo que ahora
llevamos.
La esencia del problema del euro radica en que no son aplicables al
conjunto soluciones que serían aplicables individualmente. Uno de los
principios fundamentales de las finanzas es la existencia del llamado interés
libre de riesgo. Este principio está garantizado para cada país que tenga
capacidad de emitir moneda, pues a pesar de que el valor de esta pueda verse
afectado, nada le impide imprimirla en cantidad suficiente para atender a sus
compromisos de deuda emitida.
El euro se concibe y construye bajo una
renuncia expresa a esta solución de monetización, y así lo aceptan
libremente sus miembros.
Pues bien, resulta que los mecanismos que habrían de haber
evitado desequilibrios no funcionaron. Individualmente hay países que habrían de
recurrir a monetizar, con la consiguiente depreciación de sus divisas, para
poder tener esperanza de ver de nuevo algo de luz, pero no pueden. Habría de
hacerlo el conjunto de la EZ a través del BCE, pero eso es algo que prohíbe el
contrato social alemán, ese que todos aceptaron, y que ahora actúa como un corsé
del que resulta muy complejo salirse.
Temo que es imposible que Alemania
acepte la monetización. En eso radica su diferencia con Francia. ¿Como
conseguir algo parecido a monetizar, pero sin monetizar? Pues de eso se trata,
en eso consiste la solución estructural, ambiciosa y definitiva que busca el
Presidente francés.
Lo decidido hasta ahora, capitalizar los llamados
bancos sistémicos para que puedan soportar reducciones de valor de sus carteras
a vencimiento de deuda pública,
ni es solución estructural, ni imaginativa,
ni desde luego definitiva. Basta con
repasar
las distintas estimaciones de necesidades de recapitalización de los agentes
privados que según las hipótesis oscilan desde 8 MM a 413 MM, para que pronto se
consideren escasos los 108 MM decididos. Credit Suisse cifra las necesidades del
sistema financiero europeo en 400 MM€ frente a una capitalización que estima en
541 MM€.
Al margen de cifras, la cuestión es si llegados a este punto, los
intereses del conjunto son compatibles. Ahora mismo, no. Lo que les obliga -"no
tenemos elección"- a encontrar esa solución mágica es el potencial coste de la
desintegración. Puede ser tan alto que a todos resulte inasumible. La clave es
dar con una solución válida pero intermedia, que pueda hacer, no sin fortuna,
que mientras unos -Alemania- no renuncian a su contrato social, los otros, -los
endeudados- no condenen a sus ciudadanos a avanzar hacia la miseria.
A estas alturas dos cosas son seguras: lo que
tenemos ahora, ya no sirve, y lo que lo sustituya, tenemos que encontrarlo ya.