Qué lástima. Recuerdo que llevo años diciendo que mi sueño como periodista era poder algún día dar la noticia del final de la banda del horror: la banda terrorista ETA. Se supone que este jueves, 20 de octubre de 2011, ha llegado al fin ese día. Pero lamentablemente hay que poner muchos 'peros'. Entre otras cosas, porque aunque hay que felicitarse por el hecho de que este anuncio de los terroristas de poner fin a sus acciones armadas, en realidad ETA lo hace tras el acoso policial y la voluntad de toda la sociedad española por enterrar su ansia de muerte y horror. Es decir: ETA no deja de matar porque esté convencida, sino porque sabe que no tiene otro camino. Ha perdido.
Pero esa derrota no ha llegado a ser total. Aún estaban organizados los terroristas en territorios como Francia, por mucho que el país vecino lleva ya muchos años ayudándonos a acabar con su maldita estirpe de asesinos. Faltaba aún descabezar del todo la banda, y obligarles, quizás, a presentar un comunicado a toda la comunidad internacional muchos más contundente del que han ofrecido este 20-O.
Porque lo que ETA dice es que abandona la violencia como forma de lograr su objetivo, la independencia de Euskal Herria. Pero todos sabemos que ni es factible ni es lógico reivindicar, además, territorios como Navarra o el País Vasco francés. Es imposible incluso plantearlo. Así que, encaminándonos a otro callejón sin salida, todos nos preguntamos: ¿es realmente una forma de legitimar para siempre a sus brazos políticos y legalizarlos de forma permanente? ¿Es ésta la forma de hacer las cosas tras tantas décadas de asesinatos, horror, secuestros, amenazas y extorsiones? NO. No lo es.
¿Y el arrepentimiento? ¿Y el perdón y la restauración de todo el dolor causado a las víctimas y sus familias? ¿Hay que olvidarlo sin más? En su comunicado sólo hablan de víctimas del conflicto. Y aunque quieran expresar que ahí se encuentran todas las víctimas, las causadas por ellos y los caídos por la Justicia o en acción de 'guerra', no resulta si no un insulto y una ofensa inaceptables para toda la sociedad española.
Acabar con el terrorismo supone rendirse. Entregar las armas. Pedir perdón. Disolver todo grupúsculo e intención de vivir de las rentas de tantas décadas de muertes y crímenes. No vale. Y Sortu, o el partido que algún día llegue de forma legal a las urnas representando abiertamente a ETA y sus objetivos, debe tener todo eso en cuenta.
Yo no soy tan joven ya. Nací en una España con atentados de ETA y el GRAPO. Crecí con las noticias y el horror cerca de mi casa. Mi barrio de toda la vida, el madrileño barrio de Carabanchel, un barrio tradicionalmente obrero, sufrió en sus carnes de manera directa y en grandes proporciones ese terrorismo etarra. Cuando uno vive cerca con miedo a estos asesinos sin escrúpulos, cuando ve cómo ejecutan a un inocente como
Miguel Ángel Blanco cuando toda España pedía su liberación, cuando uno llega a una edad y no es estúpido, sabe que sólo ciertos finales son dignos. Y éste lo es sólo a medias.
Pablo M. BeleñaDirector de Diariocrítico.com
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