jueves 20 de octubre de 2011, 14:34h
El 22 por
ciento de los españoles se encuentra ya bajo el umbral de la pobreza y muchos
más están a punto de cruzar la puerta de la desesperación. Los que, como en
Cáritas, trabajan con los condenados a la marginalidad -sin trabajo, sin
subsidio, sin recursos y sin techo o bajo la amenaza de perderlo- dicen que ha
cambiado su perfil: ahora son muchos ya los que acuden con traje, rebuscan en
los contenedores de los grandes supermercados y se llevan lo que se tira. Antes
pedían alimentos para poder ahorrar y pagar otras cosas. Ahora muchas familias
que acuden a los comedores sociales sólo comen lo que les dan allí. Antes eran
inmigrantes, sobre todo latinoamericanos. Ahora son gente bien vestida, con
educación, incluso con estudios universitarios. Es el nuevo rostro de la
pobreza no en el tercer mundo, sino en éste, en el nuestro.
Decía el
pintor estadounidense Willem de Kooning que "el problema de ser pobre es
que te ocupa todo el tiempo". Y toda la desesperación. En Cataluña, Artur
Más ha lanzado la idea de hacer una gran movilización en 2012 para
concienciar a la sociedad catalana sobre la necesidad de erradicar la pobreza.
Vamos a llegar tarde. Lo peor no es la pobreza y la exclusión social de tantos
millones, sino el derroche de los demás. A pesar de la crisis, hay soluciones y
además de otros, necesitamos un pacto social contra la pobreza. La presidenta de
la Mesa de Entidades del Tercer Sector Social de Cataluña dice que se podría
dar una renta básica de 600 euros mensuales para todos los parados sin
prestación, simplemente con erradicar el 12 por ciento del fraude fiscal que
existe en España. Imagínense si erradicamos la mitad. Entiendo que los
empresarios hablen de reducir los costes del despido para hacer un mercado
laboral más ágil y para que los emprendedores se lancen a contratar
trabajadores en paro, pero los que trabajamos y los que no tienen esa suerte
creemos que las Administraciones no se emplean a fondo ni ponen los medios
adecuados para acabar con el fraude fiscal o con la economía sumergida. Y el
daño social que se causa por lo que se defrauda y por lo que no se puede
atender con los impuestos que se dejan de cobrar es una ofensa social, un nuevo
pecado de estos tiempos. Decía Kennedy que "si una sociedad libre no
puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos". Que
tomen nota.
La pobreza
es una violación permanente y terrible de los derechos fundamentales de las
personas, de los derechos humanos, en un mundo en el que cada vez prima más la
supervivencia individual y menos el bienestar colectivo. Tal vez para mantener
el Estado del Bienestar haya que acabar con el Estado del Derroche. Es verdad,
pero también con el Estado del fraude consentido.