martes 18 de octubre de 2011, 12:50h
Con una diferencia de
casi ochenta años los objetivos de Mariano Rajoy y los de José María Gil Robles
como líderes de la derecha española son los mismos. El político salmantino los
hizo públicos en vísperas de las elecciones de 1933 enmarcados en la frase "
a por los doscientos", que resumía los objetivos de la CEDA y demás
fuerzas de su entorno para poder gobernar con comodidad amparados en una cómoda
mayoría en las Cortes de 450 diputados. Gil Robles, Lerroux y compañía lograron
212 y desde esa posición mantuvieron el poder durante tres años. Hoy, el
político gallego aspira a lo mismo en los próximos comicios del 20-N ( las
elecciones de 1933 fueron el 19 de noviembre ) y todo indica que está en
condiciones de conseguirlo, superando el techo electoral de nuestra reciente
democracia que está en poder de Felipe González desde 1982 con 202 escaños. Y
con una mayoría absoluta muy superior a la obtenida por José María Aznar en el
año 2000 con sus 183 parlamentarios.
Los dos políticos se
parecen más de lo que tal vez quisieran: los dos comenzaron su andadura
política a los 21 años, los dos participaron en la formación final de sus
partidos desde siglas anteriores, los dos estudiaron derecho y opositaron con
éxito: uno para ser catedrático y otro para ser registrador, los dos fueron
ministros, los dos se propusieron encabezar la opción de la derecha española
desde una posición de centro, los dos desarrollaron una buena relación personal
con algunos de sus principales adversarios, y a los dos se les tachó de lo mismo
desde sus propias filas: de ambigüedad en sus posiciones políticas y sobre todo
en su forma de ejercer el liderazgo.
En aquellas segundas
elecciones de la II República los seis millones de mujeres que pudieron ejercer
el voto por primera vez fueron decisivas en el resultado, a semejanza de lo que
puede ser el voto de los jóvenes "indignados" en las que se
celebrarán dentro de dos meses.Todos los partidos les hicieron guiños, ya fuera
de forma directa apelando a su reciente "mayoría de edad política"
como de manera indirecta a través de ofrecimientos de ayudas personales y
familiares.
Hace ochenta años un
socialismo dividido y alejado de sus antiguos socios fracasó pese a los
intentos "centristas" de Indalecio Prieto y Julián Besteiro,
enfrentados al ala más radical de Francisco Largo Caballero y los dirigentes de
la UGT, quedándose en unos exiguos 93 escaños, si bien es cierto que de ese
fracaso y de la crisis económica de aquellos años saldría el triunfo del Frente
Popular tres años más tarde. Hoy, el actual PSOE, se enfrenta a un dilema
similar: está tan dividido o más que el de sus antepasados, carece de un
liderazgo fuerte y de una estrategia común y verdaderamente aceptada por todos
en su interior, se ha alejado de sus socios de casi siempre como son CiU y PNV,
y le disputa el voto más radical a Izquierda Unida de la misma forma que en
1933 se lo hizo al PCE. Y los resultados, con un Parlamento con cien diputados
menos, pueden ser los mismos si se materializan los peores presagios.
Frente a ese pronosticado
fracaso del socialismo que representa en este 2011 el ex- vicepresidente del
Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se debate entre tres cifras históricas,
Mariano Rajoy ha conseguido que se le acepte como "seguro" presidente
pese a todas las dudas que despierta y la falta de empatía entre la sociedad
que aparece en todas las encuestas. El también tiene
sus tres citas con la historia.
Rubalcaba sabe que va a
perder, y él y los que le apoyan de forma decidida pensando en su inmediato
futuro aspiran a superar o al menos igualar el resultado que consiguió en el
año 2000 Joaquín Almunia, con victoria por mayoría absoluta del PP. A partir de
esos 125 escaños, el abismo, que se convertiría en el "agujero negro"
del PSOE si baja de cien y se aproxima a
los que consiguiera en aquel lejano - pero nunca olvidado - 1933 con don Inda
como máximo exponente del partido. En medio de ambas cifras los 118 diputados
de 1977 en las primeras elecciones tras la Dictadura de Francisco Franco ( en
las primeras elecciones tras la Dictadura de Primo de Rivera el PSOE obtuvo 117
) y ya bajo el liderazgo de Felipe González.
Rajoy sabe que va a
ganar, a la tercera como casi siempre ha pasado en España, y está convencido de
superar a José María Aznar e incluso, por qué no, al mismísimo Felipe Gonzalez.
Sus tres momentos históricos coinciden con los de su adversario: el máximo de
212 que consiguieran las derechas unidas de la II República, el máximo del
actual Partido Popular en el año 2000 con 183 diputados, y el mínimo de la
actual derecha unificada bajo la batuta de Aznar en 1989, con los 107 escaños
que le permitieron al hoy ex presidente cambiar de arriba a abajo la estructura
heredada de Manuel Fraga. Al igual que entonces pero ahora en susurro la frase
circula por los pasillos de la sede central del PP en Madrid: "a por los
doscientos"