¿Qué le falta de Rubalcaba?
viernes 14 de octubre de 2011, 08:48h
En las últimas cuarenta y ocho horas,
el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha vuelto a insistir
machaconamente en la necesidad de hacer un pacto nacional ("también entre los
partidos") para el empleo. Parece que está convencido de que enunciar esta
necesidad es más que suficiente para quedar bien ante su electorado. Y también
parece que nadie le enrostra que esa declamación no responde a la necesidad
real del país.
Desde esta esquina ya hemos dejado
claro que nada tiene que ver una solicitud a juntar filas en torno a su
proyecto político (que es lo que sigue haciendo), con una propuesta en firme a
todos los partidos, y en primer lugar al Partido Popular, documentada y clara,
en orden a realizar un pacto nacional antes de las elecciones, para que el
gobierno entrante, sea de quien sea, sepa que tiene un compromiso nacional para
ejecutar una política de Estado específica para enfrentar conjuntamente la
gravísima crisis económica.
¿Qué le falta a Rubalcaba, para dar
ese paso en serio? Un primer análisis refiere al hecho de que la cultura
política de su partido no se caracteriza por poseer un fuerte sentido de Estado
y que, por tanto, se arriesga a que un planteamiento en esa dirección aumente el oleaje interno, que luego le
impida consolidar su liderazgo en vistas a las elecciones del 2015. En este
caso, estaríamos ante un temor entendible, pero que, a fin de cuentas,
apuntaría a una falta de coraje político (respecto a las necesidades del país).
La otra posibilidad consiste en que
tampoco él tenga una visión muy diferente de la que impera en los partidos
españoles, sobre todo en los mayoritarios, que no se cansan de llamar a un
pacto nacional, pero en torno a su candidatura, y están convencidos de que con
eso cubren el expediente. Es decir, que tampoco Rubalcaba tenga un sentido de
Estado muy robusto que digamos.
Claro, todavía queda una tercera
opción: que carezca de ambas cosas (coraje político y sentido de Estado), con
lo que será una quimera esperar que haga una propuesta efectiva de pacto
nacional por el empleo antes de las elecciones, directamente entre los
partidos, empezando por los mayoritarios. Lo peor del asunto es que todo indica
que en estos déficits le acompaña plenamente el candidato del PP Mariano Rajoy,
quien está convencido que cuanto menos audaz sea en sus planteamientos
electorales más fácil verá pasar por delante de su puerta el cadáver de su
enemigo (perdón, de su oponente). ¡Que cultura política democrática tan pobre
tenemos!