martes 11 de octubre de 2011, 11:21h
Si ETA anuncia su final antes de las elecciones del 20N, se
tratará de una argucia para favorecer el resultado electoral de la formación de
la denominada izquierda abertzale en el Congreso de los Diputados en Madrid.
Las encuestas sitúan a Bildu o la marca que sea con al menos 3 diputados en
Madrid, pero hay otras encuestas que indican que podría superar al PNV en
número de diputados y, por tanto, lograr grupo parlamentario propio. La banda
terrorista intentaría engañar con sus manipulaciones habituales que poco
tendría que ver con favorecer al candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Muy al contrario, ese anuncio serviría como intento de fractura
entre los dos grandes partidos para socavar la unidad de acción en un momento
crucial del final del terrorismo, con reproches mutuos de intentar acaparar la
victoria sobre los violentos, e, incluso, con acusaciones, que ya se escuchan,
de negociaciones previas con la banda que, no nos engañemos, presentaría su
decisión como aval de los resultados electorales de Bildu y como un logro
político de su violencia. Nunca hay que vender la piel del oso antes de
cazarlo, ni mucho menos pensar que la banda terrorista ETA está totalmente
acabada porque, por desgracia, asesinar es demasiado fácil aunque sus
consecuencias sean absolutamente contraproducentes a lo que persiguen los
asesinos. La realidad se impone y los terroristas intentan maquillar su derrota
con iniciativas como la de Guernica a la que se adhirieron un grupo de presos
o, lo más humillante para los belicosos, apuntarse el tanto de los buenos
resultados electorales de Bildu en las pasadas elecciones municipales en el
País Vasco cuando se habían resistido a claudicar frente a los que
reivindicaban la vía pacífica.
Además, el reconocimiento del daño causado y el perdón a las
víctimas es incuestionable. Asistimos a los estertores de una infamia que ha
secuestrado, después de la amnistía de 1977, durante 34 años a la sociedad
española, y especialmente a la vasca, y es imprescindible evitar tentaciones
partidistas en los grandes partidos democráticos que puedan originar fisuras favorables
a los intereses terroristas. Hay que evitar la tutela de la situación política,
que ETA no para de intentar, y para ello es imprescindible que socialistas y
populares eviten utilizar la lucha antiterrorista en la campaña electoral, como
ocurrió con la reciente intervención de Aznar en Málaga, fuera de lugar, y la
consiguiente respuesta socialista. Si Arzalluz tiene razón y el final está cerca,
habrá que saber gestionar la derrota de ETA.
Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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