viernes 07 de octubre de 2011, 13:10h
No hace falta más que leer entre líneas los artículos de prensa nacional
ó internacional del fin de semana, o escuchar las advertencias del
Primer Ministro británico, o revisar los blogs de economía donde se
expresan algunos de los economistas o columnistas económicos más
influyentes del mundo, para caer en la cuenta de que algo grave o muy grave está a las puertas de irrumpir en nuestras vidas.
¿Por qué la preocupación y por qué su inmediatez? Pese a lo que pudiese
parecer, la respuesta es sorprendentemente simple, y puede explicarse
sin demasiada dificultad ni necesidad de metáfora alguna.
Cuando estalló la crisis de deuda soberana, la EZ respondió con la
creación del EFSF. Era un fondo para el rescate de países del área que
no podían hacer frente al pago de la deuda pública. Antes se había
animado a los bancos europeos a comprar masivamente esa deuda creyendo
que esas compras serían remedio suficiente, y estos lo hicieron
encantados, pues tomaban fondos a tipos muy bajos que colocaban en deuda
a tipos cada vez más altos. Un beneficio falso y fácil. Cuando el EFSF
se crea, la pandemia ya se había extendido a través del sistema
financiero europeo. La amenaza había salido del perímetro de un país
para trasladarse al balance de un debilitado sistema financiero. Cuando
la desconfianza acorrala a más países, la EZ tiene que ampliar y
autorizar al EFSF para que además de rescatar países, pueda también
acudir en soporte del sistema financiero. Fue el 21 de julio y se asignó
para el conjunto un importe de 440 MM€. El procedimiento de
ratificación está en curso, y era aprobado por el parlamento alemán el
pasado jueves. Los mercados parecieron celebrarlo, pero lo hicieron sin
entusiasmo. ¿Por qué?
A estas alturas, incluso en los cálculos modestos y aplicando los criterios que la propia EZ utiliza, la necesidad de fondos
para contener las consecuencias de una desordenada suspensión de pagos
de Grecia, y su propagación a otros países, y a través del sistema
financiero europeo, no es inferior a 2.000 MM€ (dos billones). La conclusión sencilla es que mientras Europa avanza lentamente en aprobar 440 MM,
las necesidades para contener la crisis quintuplican esa cifra, y muy
pocos creen a estas alturas que Alemania esté en disposición de siquiera
plantear tal aportación, revista esta la forma que revista. A pesar de
la aprobación por la Cámara baja de su Parlamento de la aportación a los
440 MM, los síntomas de rechazo a nuevas ayudas se van haciendo
evidentes, lo que nos acerca a mucha velocidad al peor de nuestros dos modelos diabólicos.
Grecia nunca podrá pagar, pero según sea el modo de reconocer esto, sus
consecuencias pueden arrastrar a toda la EZ. Por eso se precisan más
recursos; para establecer un cinturón de seguridad. Sin esos recursos,
cuando estalle el caso griego, el miedo a sus efectos y a la propagación
será máximo. Sin capacidad de respuesta, la EZ y su representación, el
euro, estará amenazada.
El tiempo para que afrontemos este evento es incierto,
pero no necesariamente largo. Las consecuencias variarán dependiendo del
modo, pero pueden incluir desde el abandono de Grecia del euro, al
propio abandono alemán. Es tiempo de analizar como prepararse. Y no es nada fácil.
Analista y consultor
Consejero Delegado del Grupo Omega Financial Partners. Es economista, MBA por la IE Bussiness School y en Estrategia Internacional por la London Business School. Formado en el Chicago Mercantil Exchange, es experto en Options Risk Management por O´Connell & Piper de Chicago. Conferenciante y profesor de derivados financieros y divisas en diversos programas Master. Además, dirige los Comités de Riesgo de compañías de múltiples sectores de actividad, siendo miembro de varios Consejos de Administración. Ha sido contertulio habitual de emisoras de radio, miembro del equipo editorial de diversos diarios
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