jueves 06 de octubre de 2011, 08:35h
Los salarios, las
indemnizaciones y las prejubilaciones de los directivos de algunas de las Cajas
de Ahorros intervenidas son "increíbles", son "inadmisibles", son un
"disparate", son una "obscenidad"... Lo dicen tanto el PSOE como el PP, lo dice
la sociedad española tras los escándalos de, entre otras, la Caja de Ahorros
del Mediterráneo y Nova-Caixa-Galicia. Y, desde Izquierda Unida, se pide a la
Fiscalía Anticorrupción que investigue los emolumentos disparatados que se han
adjudicado algunos ex directivos de esas instituciones nacidas para apoyar el
ahorro popular y para que sus beneficios fuesen encauzados en favor de la
comunidad a través de las obras sociales y culturales.
El Banco de España
ha fallado, se le ha ido de las manos el control de las Cajas, no ha
garantizado la vigilancia de los recursos, no ha sabido ver las tramas internas
y el destino y el manejo de miles de millones de euros... Se pide el cese de su
gobernador, de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y se propone un cambio en el
funcionamiento de la banco emisor, que debe ser también el guardián de las
buenas prácticas financieras. Lo reconoce hasta Alfredo Pérez Rubalcaba, que es
el candidato socialista a las próximas elecciones, y también está de acuerdo la
portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de
Santamaría... Sucede que hay barbaridades tan evidentes y tan clamorosas que ni
siquiera admiten la división de opiniones de la lucha partidista.
Hubo un tiempo,
en España, en que a los empresarios o emprendedores a quienes le negaba un
crédito o un apoyo la Banca privada, acudían a llamar a la puerta de las Cajas
de Ahorros y le resolvían su problema. Y también a los ciudadanos que
necesitaban una hipoteca para adquirir una vivienda o cualquier otro bien de
consumo. De aquellas prácticas con rostro humano de las Cajas de Ahorros queda
muy poco, apenas nada. Y en algunos casos, ese rostro humano y amable dio paso
a la cueva de Alí-Babá, con unos
gestores puestos a dedo por los políticos
y que terminaron abusando de la confianza depositada en ellos.
En fin, que
corren malos tiempos para los asuntos relacionados con el dinero, y la crisis
debe ser afrontada con grandes medidas estructurales, como la reforma de los
estatutos del Banco de España..., o con decisiones más cercanas y directas, como
la que ha tomado la Generalitat catalana, que no pagará la "extra" de Navidad a
sus altos cargos. Después de haber pedido al personal sanitario que renunciase
a la mitad de su paga extra navideña, los miembros del Gobierno y los altos
cargos catalanes no percibirán ni un euro por ese concepto. A ver si otros dirigentes municipales,
autonómicos o del Gobierno central toman ejemplo y aprenden la lección.