miércoles 28 de septiembre de 2011, 13:51h
Se está instalando en la sociedad española
un debate tan demagógico como estéril para enfrentar a los pobres contra los
ricos, y viceversa, con decisiones improvisadas, con concesiones interesadas a
los más débiles y a los más fuertes.
Artur Mas dice, desde Cataluña, que es
necesario un tributo temporal que grave a las grandes fortunas, y al mismo
tiempo les pide a los profesionales sanitarios que renuncien a la mitad de la
paga de Navidad y suspende al menos durante dos meses, por falta de liquidez,
la aportación de dinero público a las residencias de ancianos y de
discapacitados. Una de cal y otra de arena: exigencia a los ricos, que podrán
marchar con su dinero a SICAVs o a paraísos fiscales, y castigo a los pobres,
que se tienen que aguantar.
Por su parte, Rubalcaba promete no congelar
las pensiones y hasta subir el sueldo de los funcionarios, cuando los nuevos
gobernantes autonómicos y municipales denuncian
que no han encontrado más que deudas en los cajones de la Administración.
Mientras tanto, Rajoy amenaza con castigar a los políticos que gasten por
encima del presupuesto cuando tiene muchos que lo hacen y en su propio entorno
partidista.
¿Qué guerra de cifras y de palabras, de
cuentas mal sumadas y de promesas vanas, se está montando en España, con una
irresponsabilidad que clama al cielo?. ¿A quién beneficia que se aliente la
modalidad cinegética de "caza al rico" con munición de elefante, y de "sangría
al pobre" con perdigones insistentes, como la subida del precio de la luz en un
6 por ciento?
El objetivo de la justicia social es
saludable, pero no se logra con trampas de cara a la galería. Lo que está
ocurriendo, con los palos de ciego que dan las distintas formaciones políticas
(y no olvidemos que estamos en pre-campaña electoral), no produce más que dos
efectos: enfrentar a la sociedad en dos bandos y ahondar en la desconfianza.
Dice una sentencia popular, aplicada a la
vida y a las costumbres cotidianas, que "donde hay confianza da asco". En la
vida de los pueblos este planteamiento se desarrolla de otra manera: "Donde no
hay confianza, hay pobreza".