Medias mentiras y mentiras gruesas
jueves 22 de septiembre de 2011, 17:11h
La inversión en educación es una apuesta segura para salir de la crisis.
Bueno, y el cambio de un modelo productivo que nadie se atreve a
abordar. Pero más dinero en educación, más profesores y más medios no
garantizan una mejor educación ni mejores resultados. Gastamos igual que
Finlandia, Japón o Corea del Norte y no mucho menos que otros grandes
países europeos y nuestros resultados educativos son radicalmente
inferiores. No sólo eso, son de los peores, con unos índices de
abandono, de fracaso escolar, de repetidores y de absentismo que
deberían hacer enrojecer de vergüenza a todos los ciudadanos. También a
cierta parte de los profesores.
No es de ahora, ni es culpa de Esperanza Aguirre
-que ni mucho menos ha sido la mejor ministra de Educación, pero
tampoco el/la peor- aunque ahora todos los que nunca protestaron por el
fracaso escolar, por la marginación del profesorado, por los continuos
cambios legales o por una educación que anuló el esfuerzo de los alumnos
y premió la incompetencia, han tomado la calle contra una política que
no se caracteriza por tener el don de la oportunidad.
No es
verdad que no se puedan obtener mejores resultados educativos con los
recursos que empleamos. En la concertada, con muchos menos medios, con
profesorado peor pagado y con un veinte por ciento más de horas
lectivas, los resultados son claramente superiores. Y el coste del
puesto escolar en la escuela concertada es un tercio menor que en la
escuela pública. No se retira dinero de la pública para dárselo a la
concertada. No es verdad. Y no lo es desde hace décadas. Y la escuela
concertada, creación del PSOE, no sólo ha ahorrado mucho dinero al
Estado, que no hubiera podido crear ni mantener los centros de enseñanza
necesarios, sino que ha sido la que ha sostenido las reformas
educativas que han puesto en marcha gobiernos socialistas -Rubalcaba lo sabe- que la escuela pública no apoyó por razones estructurales y de falta de compromiso.
Hay tanto miedo en enfrentarse al problema, que hasta Gabilondo
abandona la idea del MIR de los profesores que daría más calidad a
nuestra educación. Que Aguirre diga que hay que pensar en si podemos
sostener la enseñanza que no es ni pública ni obligatoria no es sólo una
provocación, que seguramente lo es, sino muestra de sentido común. No
es de recibo que los universitarios -los ricos y los que no tienen
medios- estén financiados en un 90 por ciento por los ciudadanos, porque
sólo pagan un diez por ciento del coste de la enseñanza. Menos cuando
se cierran hospitales o ambulatorios- en Cataluña, no en Madrid-, no hay
dinero para pagar las nóminas de los profesores universitarios -en
Cataluña, no en Madrid-, las Administraciones acumulan más de 4.000
empresas públicas, muchas ineficientes e innecesarias, han cerrado más
de 67.000 empresas y la morosidad se carga a los autónomos. La vaca del
Estado del Bienestar está ordeñada y sin leche. Podemos optar por
recortar para salvar lo fundamental y no dejar de atender a los más
desfavorecidos o seguir el ejemplo de Grecia. No hay más.
francisco.muro@planalfa.es