Como ya se había adelantado, los investigadores relacionan este explosivo con el encontrado el pasado sábado en la casa de Cahors, en Francia, donde fue desarticulada la base donde ETA, además de otras actividades, fabricaba explosivos, con la detención de Luis Ignacio Iruretagoyena Lanz "Suni", considerado el mayor experto en explosivos de la banda, Oihan Barandalla Goñi, Ander Múgica Andonegui y Alaitz Aramendi Jaunarena.
Aunque tras la explosión, se calculó que la furgoneta bomba estaba cargada con unos 100 kilos de explosivos, en la investigación final la Guardia Civil no concreta la carga explosiva, ya que al producirse la deflagración en un espacio abierto, es muy difícil realizar los cálculos.
La investigación se ha demorado más tiempo del que es habitual en estos casos, porque al tratarse de una zona de cultivo, algunos de los componentes del amonal coincidían con el de los fertilizantes con el que se abona el campo.
La bomba no se podía desactivar
Por otra parte, fuentes policiales aseguran que el artefacto explosivo de Castellón, al igual que el colocado en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, lleva un sistema que impide que los artificieros puedan desactivarlo. Su autoría es atribuida sin duda por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a Iruretagoyena Lanz.
Aún se desconoce el objetivo que ETA había seleccionado para atentar en la comunidad valenciana, ya que la furgoneta-bomba fue hecha explosionar por los propios etarras en el citado olivar, después de que un vecino de la zona sospechase del vehículo y la Guardia Civil hiciese una inspección rutinaria, aunque no encontró nada anormal.
El vehículo, una furgoneta Mercerdes Vito, fue robada por ETA a una familia de Orio de vacaciones en Francia, que permaneció secuestrada desde el 24 hasta el 27 de agosto. En la casa de Cahors la Policía francesa encontró el ordenador que los etarras le habían robado a esa familia, lo que puso de manifiesto su vinculación con el intento fallido de atentado en Castellón.