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OPINIÓN/Víctor Gijón

La legislatura de los dos patitos

La legislatura de los dos patitos

lunes 02 de julio de 2007, 14:03h
En los próximos cuatro años se va a repetir la misma votación muchas veces: 22 a 17. Los dos patitos son la resultante de sumar los escaños regionalistas (12) y socialistas (10), frente a la mayoría minoritaria popular.
En los próximos cuatro años se va a repetir la misma votación muchas veces: 22 a 17. Los dos patitos son la resultante de sumar los escaños regionalistas (12) y socialistas (10), frente a la mayoría minoritaria popular. Miguel Ángel Revilla cantó el resultado de la votación en la recta final del debate de investidura y dirigiéndose a los banco del PP, donde se animaban como podían reclamando en voz alta su condición de ganadores de las elecciones del 27-M. Los más votados si, sin duda. Pero con un escaño menos, con perdidas de alcaldías importantes y, sobre todo, con un horizonte de cuatro años más en la oposición, que el reelegido presidente de Cantabria pronosticó no serían los últimos.

Quien cierra el debate está en condiciones de determinar, si actúa con inteligencia, cuál es la imagen y la palabra que queda en el recuerdo de los medios de comunicación y los espectadores que seguían en directo por las teles locales el debate. Revilla, del que nadie duda que es uno de esos políticos de raza, rápido de reflejos y experto en atraer la atención del respetable, dejó para el último minuto del debate de investidura la cuchillada mortal de necesidad, esa que se hunde en la carnes, ante la bovina mirada del alanceado.

Revilla puso al PP en la diana y le lanzó el dardo envenado de su apoyo al tránsfuguismo. Ignacio Diego miraba al cielo y Quico Rodríguez Argüeso, a su lado –por cierto Iñigo de la Serna ha preferido cambiar de escaño y dejar el pasillo por medio, entre el y la cúpula dirigente popular-- farfullaba frases inconexas y nombres de municipios.

Revilla vinculó tránsfuguismo y corrupción. Dijo que no comparte pero puede entender que alguien se le vaya la cabeza y traicione, por Fernando Muguruza, pero no hay disculpa cuando quien actúa así es un partido nacional y serio, a criterio del presidente, que ha firmado con el PSOE y con el Gobierno un pacto para evitar este tipo de situaciones. Que el PP sea el impulsor de lo ocurrido en Castro le inhabilita políticamente, sentenció Revilla. “Mientras no condenen el tránsfuguismo a nosotros no nos llamen para nada”, dijo el líder regionalista, dirigiéndose a la bancada popular.

Instantes antes, Revilla recordó como los tránsfugas, en épocas del Gobierno del PP, estuvieron a punto de hundir Cantabria. Con el PP en el Gobierno, el Grupo Mixto del Parlamento de Cantabria llegó a contar con 19 tránsfugas. A finales de los ochenta el gramo de diputado en Cantabria se cotizaba a precio de caviar Beluga, recordó el presidente.

El PP pareció sorprendido ante el ataque de Revilla, quizás porque enredados en el cambio de discurso de su máximo dirigente regional pensaron que el transfuguismo, contradictorio con su monotemática y poco constitucional reclamación de que gobierne las listas mas votada, no haría acto de presencia. A Diego sus asesores le han dado un giro de 180 grados a sus discurso. Pero no se si por falta de tiempo o por falta de capacidad de comprensión por parte del interviniendo, lo cierto es que cambiaron las formas pero no el fondo. Me explico. Por primera vez en muchos meses Diego no descalificó a la persona del presidente, ni le insultó gravemente o acusó de atrocidades. Cambios en la forma, pero en el fondo más de lo mismo.

Diego, no obstante, introdujo algunas matizaciones que resultan coherentes con el pensamiento conservador y los objetivos táctico a corto plazo. Así, por ejemplo, dedicó buena parte de su intervención a ahondar en la herida electoral del PSOE, dándose cuenta, aparentemente al menos y después de casi cuatro años de hacer todo lo contrario, de que su rival en las urnas es el partido de Gorostiaga y Zapatero y no el PRC y mucho menos Revilla. La respuesta de la líder socialista fue rotunda y redonda: No se preocupe de nosotros, vino a decir la dirigente del PSOE, porque ya hemos hecho nuestro análisis de las cosas y adoptado medidas y mire a ver como arregla lo de su partido, condenado a estar otros cuatro años en la oposición, les espetó Gorostiaga.

En el debate de investidura el PP tuvo que tragarse varios y voluminosos sapos. Por ejemplo, llas revelaciones sobre la ‘operación Kokotxa’, que puso fin al viejo proyecto de Autovía Dos Mares, cuando el ex ministro de Fomento, Paco Álvarez Cascos, se rindió ante los encantos políticos de Arzallus, retirando del plan de infraestructuras la citada obra. Y todo por el apoyo del PNV a los presupuestos de Aznar.

El uso y abuso de datos económicos que pintaban un pésimo presente y un desastroso futuro, y que Diego dijo haber sacado del Informe del Consejo Económica y Social para 2006, hicieron su aparición. Revilla contraatacó con dos argumentos; el de las cifras, según datos del INEM, y el de los votos. “Usted cree que si los cántabros compartieran las barbaridades que ustedes dicen de mi me habría votado alguien? Y la pregunta retórica de Revilla no se llevó el aire.

En un debate de las características del de investidura no hay sitio para las sorpresas. Quien va a gobernar propone un plan de Gobierno y la oposición critica u ofrece algún tipo de diálogo. El PP también lo ha hecho (la oferta), pero siempre que el acuerdo se sustancie en torno al contenido del programa electoral de PP que para eso, dicen, es el más votado. Rafael de la Sierra, portavoz regionalista, dijo que de acuerdo en el consenso, en desacuerdo con la imposición y advirtió de que el diálogo y la negociación no podía ni debía terminar en vetos si no se hacia lo que los proponentes querían. Y no habló por hablar porque ese caso se ha dado varias veces tal como ha ocurrido en la presente legislatura.

A bote pronto el PP dijo, al término de la primera jornada del debate, que el proyecto presentado era el mismo que el de hace cuatro años. Revilla le contestó destacando que lo que hace cuatro años se ponía sobre la mesa como objetivo o estaba a medio hacer o casi terminado. Revilla explicó que si es cierto que se habla de las mismas obras, pero algunas hace cuatro años no tenían ni siquiera proyecto, eran sólo humo, idea en fase de gestación, y ahora están ejecutándose o a punto de concluir.

Y terminados los discursos llegó la hora de la votación. 22 a 17. Es la cifra mágica, el número de la suerte, el indicativo para votaciones próximas. 22 escaños con el Gobierno, 17 en la oposición. Más que suficiente para gobernar con tranquilidad, por mucho que para el PP todo sean temores, enredos, debilidades y falta de lealtad. Gorostiaga replicó con dureza a Diego, que había augurado la posible victoria de Rajoy y dado a entender que si aquella se producía no iba a dar trato de favor a un gobierno de coalición como el que esta semana se formará presidido por Revilla y vicepresidido por la socialista Gorostiaga: “No me estará diciendo que si Rajoy gobierna nos va a hacer pagar a los cántabros que no les hayamos hecho a usted presidente”. Al escucharse citado por la dirigente socialista, Diego negaba de forma insistente con la cabeza.

Una cabeza, la de Diego, que, si hacemos caso a Revilla y Gorostiaga, no está segura, porque en el PP no gustan de perdedores. A lo mejor, metió el dedo en el ojo Revilla, su sucesor no está muy lejos, y está sentado ya en este parlamento. Nadie volvió la mirada hacia Iñigo de la Serna, pero a todos se les notó la intención y el deseo. A los diputados del PP los primeros.
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