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Oposición minera en muletas: Rasgos de un evidente nudismo intelectual

Oposición minera en muletas: Rasgos de un evidente nudismo intelectual

viernes 04 de marzo de 2011, 14:35h

A menudo se observa como gran parte de la oposición minera, en la política argentina, se expresa sobre la extracción y explotación de minerales sin que exista una sólida formación de la incidencia de la minería en el mundo actual. Menos se puede encontrar, en este segmento,  algún tipo de reflexión que busque una identidad nacional del uso racional de los recursos naturales.  Si se gestara un marco de cavilación, quizás, éste pueda convertirse en un punto de partida desde donde debatir el tema minero. Mientras esto no sucede, hoy se puede analizar a los censuradores de la  minería desde otra óptica, y desde el  sentido común, construir el porque sí se puede compatibilizar el desarrollo minero en la Argentina actual.

Reiteradas veces se ha escuchado severas denuncias de los "desastres mineros" efectuados en nuestro país. No obstante, pocos se han ocupado de sumar a las denuncias aspectos básicos para una buena información.

Esto ha llevado a la conclusión que muchos se pronuncian sin investigar, analizar o estudiar sobre los temas que abordan, está claro no sólo sucede en temas mineros. Pero respecto a esta industria en particular, ningún dirigente u opinólogo, que se opone al desarrollo minero en Argentina, quiere reconocer que los minerales en sí mismo son parte de lo cotidiano. Que la minería, a la que se enfrentan por ideología o moda, se manifiesta en forma sólida con lo que ellos más aman para sentirse bien, vale resaltar los ejemplos de la composición química de los maquillajes o las aleaciones de los componentes electrónicos, cámaras, grabadores y micrófonos, entre otras cosas.

Pero para ser más certeros y precisos, quienes manifiestan su disgusto con este sector industrial, gozan ampliamente del beneficio de su aplicación: automóviles, electricidad, electrónica, alimentos, textil, rutas, casas… entre otros rubros de mayor y menor importancia. Y sus salarios, cuando dependen del Estado, se sustentan de los desconocidos aportes tributarios de la minería. De la cual denuncian pero se nutren.

Los políticos antimineros, esgrimen argumentos basados y crisolados que se basan en el  saqueo y la contaminación. Mencionan el uso de químicos para "meter miedo" y así construir su discurso opositor.

Hablan de ríos y comunidades aparentemente contaminadas, que no conocen; diagnostican como eruditos sobre realidades desgarradas por la industria minera sin tomar el mínimo recado de analizar cada situación, su real incidencia y despliegue, generalizando dichos a partir de historias que nadie puede justificar desde lo científico. El minero no es un sector perfecto, es como otras industrias, donde conviven pro y contra, pero sucede que los detractores no quieren abordar temáticas desde el conocimiento y lo académico. Por citar una simple arista, hablan del uso de cianuro en la minería, y ésta industria sólo consume el 13 % de lo que se importa en el país. No hablan acerca de cual es el destino del restante 87 %, que es destinado a otras manufacturas que la consumen. Esta información no es mencionada. Habría que preguntarse dónde se procesa el resto. Y si lo saben, se desconoce porque jamás se han pronunciado al respecto.

Hace 14 años en Argentina se comenzó a desarrollar y posicionar lo que conceptualmente se conoce como la "Nueva minería".  Caracterizada por un desarrollo industrial moderno, en el cual se concibe y se busca el menor impacto en el medio ambiente y el uso de nuevas tecnologías que demandan inversiones a gran escala. Por eso existen leyes específicas que las regulan y esto, no es poco. En esta renovada industria se rejerarquizó el rol del trabajador, se estableció un sistema tributario y de normativas legales por las cuales se accedió a  la llegada de capitales de riesgo con origen genuino. Desde estas premisas se concretó la gestación de nuevas fuentes de trabajo y un creciente desarrollo de Pymes en las regiones donde se radica la extracción de minerales. Llama la atención que nadie, desde la oposición, hable de esto.

Sí aparecen ante la sociedad como "experimentados" tituladores gráficos sensacionalistas; caratulan frases temáticas como "entrega de los recursos naturales" "generación de cáncer", "saqueo", que en su mayoría no poseen sustento científico, y básicamente abrazan meros comentarios y trascendidos mundanos.

Un eje de análisis,  que pone al descubierto la precariedad de los fundamentos anti mineros, es que en ningún caso los opositores a la minería han mantenido diálogo con los obreros mineros. Quienes son, sin duda alguna, los principales testigos de esta historia. Esta voz ausente debilita cualquier posicionamiento, y el no recurrir a quienes serían los supuestos testigos de la denuncia, los pregoneros del "No" muestran un discurso insostenible, falaz y oportunista.

Otro aspecto en la fragilidad de sus argumentos,  es que en los últimos 15 años, no existen registros de contaminación a escala en ningún yacimiento. Sí, existen pasivos ambientales en las minas que son anteriores a las leyes sancionadas en los años noventa. No obstante, la existencia de malas praxis mineras, principalmente de la extracción de uranio, hoy se encuentran en un plan de remediación ambiental monitoreado por distintos organismos nacionales e internacionales. Y esto es un logro de los reclamos de las comunidades afectadas, las que obtuvieron remediación ante el daño ambiental.

Estos simples ejes de "la otra información" permiten comprender parte de la bronca opositora a la minería, y que necesariamente, posee orígenes provenientes del campo político. Hoy en la Argentina, el desarrollo minero es una línea de construcción de una estrategia de Estado llevada a cabo por el gobierno nacional desde mayo de 2003 hasta el presente. Ha sido un eje permanente y constante en ambas gestiones. Los presidentes Néstor y Cristina Kirchner, han sostenido a esta industria dentro de sus preferencias para obtener generación de inversiones y empleo. Esto es lo que más molesta al arco opositor y desde este análisis se debe entender el porqué en forma sistemática, junto a grupos radicalizados, se quiere exhibir al desarrollo minero, como el emblema nacional de la contaminación y el saqueo.

Para afirmar esta apreciación, es imprescindible alegar que nadie se ha ocupado de comparar los números de la minería metalífera y contrastarlo con otras industrias, para comprender de qué se trata el efecto conveniente de esta industria. Si se llegara a profundizar los aspectos tributarios, se encontraría con muchas sorpresas acerca de quienes son en realidad los que aportan al erario público y quienes mediante ventajas o promociones industriales son exceptuados por ley o resoluciones. Esta postura genera la pregunta: ¿Será que no quieren plantear éstos análisis por temerle a sus resultados? Parece que estas respuestas podrían ser algunas de las razones que la dirigencia antiminera no desea profundizar.

A modo de ejemplo, se puede alegar que, según datos oficiales, la principal empresa minera nacional, aporta en concepto de impuestos a las ganancias más que el sector alimenticio en su conjunto. Estos datos provienen del año 2009 (fuente AFIP e informe de empresas) donde se refleja que una sola empresa minera, por citar otro comparativo,  aportó un 15 % más que lo efectuado por todo el conjunto del sector automotriz.
En el mismo concepto tributario, la misma minera, dobló a lo tributado por toda (si,  leyó bien,  toda) la industria textil. Así, de la misma forma, se pueden aportar múltiples ejemplos. Otro dato sobresaliente es que del análisis de 26 sectores industriales,  una sola empresa de la industria minera, ocupa el quinto lugar por la magnitud de su tributo de ganancias. Resaltando, de esta forma, la carga tributaria que devenga la minería al fisco. 

Con estos ejemplos expuestos, sería bueno sugerirles a los dirigentes desinformados que puedan abordar, a la incidencia de esta industria, desde una visión constructiva. Queda claro, que así se puede desenmascara el concepto de "saqueo", amparándonos en el concepto de que si se trata de combatir la ignorancia, no hay nada mejor que el estudio. De esta forma lidiar la incipiente precariedad conceptual que envuelve al discurso antiminero, sumamente empobrecido, con rasgos de un evidente nudismo intelectual que no le sirve al país.

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