El alemán
Johann Gutenberg, considerado el inventor de la imprenta en Occidente en 1450, marcó un hito en la historia de la cultura en el mundo al dar el primer paso para universalizar el conocimiento. Desde esa fecha y en apenas 50 años -hasta 1500- se imprimieron más de 6.000 obras diferentes y el número de imprentas se extendió como la pólvora. También en solo unos siglos los libros dejaron paso a los periódicos y el mundo entero se inundó de papel en lo que hasta finales del siglo pasado ha constituido la era Gutenberg.
Pero la gesta del impresor alemán fue la culminación de todo un proceso que tuvo como antecedentes -fundamentalmente en Babilonia, aunque también se utilizaron en otras civilizaciones-, las piedras para sellar como sustituto de la firma y como
símbolo religioso (quizás la forma más antigua conocida de impresión). También los libros que se copiaban a mano con tinta aplicada con pluma o pincel de las civilizaciones egipcia, griega y romana. Más tarde, el arte copista, muy desarrollado en los monasterios en la Europa medieval; China había producido antes del 200 d.C. documentos impresos obtenidos a base de letras e imágenes talladas en relieve en bloques de madera y ya en 972 se imprimieron de esta forma los Tripitaka, los escritos sagrados budistas que constan de más de 130.000 páginas.
Era digital
Fueron necesarios, pues, miles de años para dar un salto cualitativo de la importancia de la invención de la imprenta para revolucionar el mundo de la información y la cultura.
En el siglo XX, la letra impresa ha convivido con dos poderosos medios, la radio y la televisión que, sin embargo, no han logrado imponerse a ella. Pero la era Gutenberg ha dado paulatinamente paso, en los últimos decenios, con la aparición del ordenador, a una nueva era, la digital, que está ya revolucionando los usos, y métodos de acceso a la formación y la información de todos los ciudadanos del mundo. Ésta es una realidad constatada desde todos los ámbitos que intervienen en el proceso de generación, distribución, venta y consumo de información, mal que les pese a los editores de diarios en papel que durante muchos años se han resistido públicamente a reconocerlo aunque paralelamente han ido transformando sus negocios para convertirlos también en digitales.
Hoy, un 86% de los diarios en papel tienen en España edición en la Red, según el último 'Libro Blanco de la Prensa Diaria' publicado por la Asociación de Editores de Diarios (AEDE).
España ocupa también, a principios de 2011, el cuarto lugar de la Unión Europea en número de diarios digitales, con 59 cabeceras controladas por la OJD. Por encima se sitúan Alemania, con 267 periódicos 'on line'; Italia, con 108, y Suecia, con 78.
La cifra de usuarios únicos de prensa digital en nuestro país, alcanzó en 2009 los 79,4 millones, casi cuatro veces más que en 2004, en el que la cifra no llegaba a 20 millones.
Esto no solo sucede a este lado del Atlántico porque el consumo de noticias a través de la prensa digital ya ha llegado a un tercio en 2010 (34%) de los ciudadanos de Estados Unidos, según un estudio hecho público por Pew Research Center). La audiencia de diarios 'on line' en 2004 llegaba solamente al 24% de la población norteamericana.
Días contados
Las cabeceras digitales están arañando público a los medios tradicionales, es decir, a los grandes canales de televisión, a las cadenas de radio y, por supuesto, a la lectura de prensa en papel.
Si todos estos indicios fueran pocos para confirmar el imparable cambio de tendencia, a finales del año pasado, el presidente de la Asociación de Vendedores de Prensa de Madrid afirmaba que a la prensa de papel “le doy entre ocho y diez años para desaparecer”. No es tan extraño cuando antes de que nos demos cuenta, tendremos a nuestro alcance dispositivos flexibles, enrollables, totalmente interactivos y que, posiblemente, estarán disponibles desde esos mismos quioscos hasta en las tiendas de chucherías por solo unos euros.