Cae el faraón y se desmoronan las pirámides
miércoles 16 de febrero de 2011, 22:04h
El pueblo egipcio se juntó pacíficamente y, a pesar de la represión y las provocaciones, se mantuvo a pie firme en la plaza Tahrir hasta que, el que llamaban Faraón, tuvo que renunciar.
Su principal grito era “Andate” y la movilización no tuvo ningún líder, ningún movimiento político lideró a estas multitudes.
El formidable poder acumulado por este ex aviador militar después de mantenerse en la cúspide del poder durante 30 años le permitió resistir la presión del pueblo de su patria durante 18 días.
Las similitudes de lo sucedido en Túnez y Egipto con los maravillosos días del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Buenos Aires,
son evidentes:
Todos fueron movimientos espontáneos, en nuestro país surgieron por el hartazgo de las políticas instaladas por el Virrey Cavallo y la ineptitud de los radicales para gobernar, y por eso gritamos “¡Que se vayan todos!” y estallamos cuando el profundamente inútil presidente De La Rua quiso salir de la agitación que él mismo había armado, declarando el Estado de Sitio.
Los egipcios salieron a la calle después de ver el éxito de la movilización tunecina, cuya mecha fue encendida por un joven desesperado al que le impedían ganarse la vida después de haberlo arrinconado en la miseria.
El siglo 21, es el siglo de las redes
La ausencia de líderes que condujeran este movimiento establece un carácter nuevo a los cambios políticos radicales. Lo que sucede en los países árabes ahora y antes en Suramérica, no se debe al liderazgo de una persona o grupo o sector social, sino a la participación espontánea de las personas conscientes de la
necesidad de un cambio.
En otras palabras, no hay nadie en la cúspide de la pirámide que impulsa el cambio. No es que una nueva pirámide de poder que surge para sustituir a otra.
La forma en que se desarrollaron las movilizaciones, se debe a lo que puede ser descripto como una puesta en acción de redes que permanecían latentes. Que estas movilizaciones hayan sido impulsadas por Internet, es un síntoma más de esa tendencia de la sociedad a organizarse mediante redes.
La sociedad del siglo 21 puede designarse también como sociedad post-industrial, y podemos ver que la producción industrial no se organiza más en base a pirámides gigantescas donde todo se producía en un mismo lugar y bajo un mismo techo de poder, como instaló el fordismo. Ahora la industria produce en base a redes de centenares de proveedores que terminan en los más diferentes centros de montaje.
Algo similar está ocurriendo con las organizaciones sociales que hace obsoleto a todo el sistema jurídico vigente, que está organizado para mantener estables a las pirámides de poder.
En Egipto no sólo cae el Faraón, se desmoronó la pirámide de poder. Y eso no sucederá con el próximo gobierno, será un proceso lento, pero irreversible. Y la única red que puede oponérsele es la de los pueblos unidos.
Solamente tendrán éxito los gobiernos, como el nuestro, que respeten y trabajen a favor de los intereses de sus pueblos.