Con un altavoz en mano y sentados en medio del bulevar Mohamed V, en pleno centro de la ciudad, se fueron sucediendo los discursos de personas relacionadas con asociaciones de derechos humanos, grupos políticos, estudiantes y ciudadanos. Todos dejaron claro que no acudían como grupos o partidos, sino como marroquíes para solicitar sus derechos y para "luchar por una democracia para las siguientes generaciones".
Lo cierto es que Rabat disimula una preocupación evidente. El jueves, las autoridades marroquíes prohibían al movimiento juvenil de licenciados universitarios en paro –que desde hace años se manifiesta frente al Parlamento rabatí para pedir empleos– seguir concentrándose durante los próximos 20 días alegando el delicado momento presente y las revueltas que se producen simultáneamente en varios países de la región.
Mientras, en Benguerir, en el centro del país, un joven que, desesperado por su situación económica, se había prendido fuego el pasado jueves en pleno mercado de la ciudad fallecía ayer víctima de las quemaduras.
Se trata de la primera persona fallecida en Marruecos como consecuencia de un intento de suicidio a lo bonzo desde que comenzó la ola de protestas en la región hace más de un mes.
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