Durante largo tiempo, David Alfaro Siqueiros soñó con establecer un taller-escuela con maestros y aprendices, pues consideraba era el método más eficaz para la enseñanza de la pintura. Esta ilusión la vio cristalizada en 1965, cuando construyó en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, La Tallera, inmueble que se convirtió en su casa-estudio y donde vivió los últimos nueve años de su vida.
La construcción de la Tallera fue, en palabras del propio Siqueiros “llevar a la realidad una idea que desde 1920 teníamos Diego Rivera y yo, es decir la creación de un verdadero taller de muralismo donde se ensayaran nuevas técnicas de pinturas, materiales, aspectos geométricos, perspectivas, etcétera”.
Fue considerado como el primer taller para el muralismo en el mundo. “Un taller —decía Siqueiros— grande, inmenso, lleno de máquinas, con andamios móviles, con laboratorios para probar la química y la durabilidad de los colores, con materiales plásticos en abundancia, sin el sufrimiento de la limitación, con un departamento de fotografía, con cámaras fílmicas, con todo, todo lo que necesita un pintor muralista, hasta con los elementos y accesorios para penetrar en el escabroso campo de la dinámica de los colores y la relatividad de las formas geométricas en el espacio activo. Será algo así como un inmenso granero, con luz de arriba, pero sin puertas. Para llegar a él haríamos un paso subterráneo. Nadie sabría su objetivo”.
En 1960 Siqueiros ingresó por última vez a la cárcel, justo después de que el empresario Manuel Suárez le había encargado la realización de 18 cuadros murales de trece y medio por cuatro metros para decorar la sala de congresos del Hotel Casino de la Selva, en Cuernavaca. En prisión, el muralista concibió la idea de realizar, en vez de los cuadros, un mural de extraordinarias proporciones. En su celda pintó 200 cuadros, aproximadamente, que habrían de servir a la temática del mural. En éstos plasmó a escala una porción de la obra.
La Tallera, llamada así, en femenino, por el desbordado gusto que tenía Siqueiros por las mujeres, fue construida sobre una superficie de 500 metros cuadrados, sin embargo el edificio de ocho metros de alto sólo ocupó la mitad del terreno. Cuenta con inmensos muros con ventanales hacia el sur y todo el lado norte abierto, dejando libre la otra parte del patio para la circulación del aire y el más amplio campo visual.
Su forma es una especie de gran rectángulo a primera vista, tiene 23 metros de largo, por 8 de altura; la parte más larga del taller mide de extremo a extremo 33 metros. Da la sensación en su conjunto de un foro. El techo se compone de una estructura de hierro cubierta de asbesto-cemento. Ahí mismo contiene largos rieles por donde corrían potentes grúas eléctricas, de cuyas cadenas pendían los grandes paneles de asbesto —que ahora forman el exterior del Polyforum Cultural Siqueiros— reforzados a su vez con bastidores de hierro.
La Tallera se ubica en el número 52 de la calle Venus, en la colonia Jardines de Cuernavaca. En 1976, a manera de homenaje, el ayuntamiento de Cuernavaca construyó una explanada frente al inmueble, conocida como Jardín Siqueiros.
La Tallera estuvo funcionando un tiempo después de la muerte de Siqueiros (1974), bajo la dirección de su cuñado Luis Arenal, pero poco tiempo después fue cerrada. Permaneció así hasta 1986, cuando abrió sus puertas como museo, en particular para el resguardo de “la Sala Poliangular”, única obra original de Siqueiros que se encuentra ahí.
Restauración integral
En el contexto del 37 aniversario luctuoso de David Alfaro Siqueiros, la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Vicencio Álvarez, anunció que durante el 2011 esta institución mantendrá el mismo espíritu por preservar la memoria de este maestro de la pintura e iniciará trabajos de restauración integral en los murales del Polyforum Cultural Siqueiros, el mural El entierro del obrero sacrificado, ubicado en el Antiguo Colegio de San Ildefonso; en La Tallera y en el Prometeo, escultura realizada por Armando Ortega para la tumba del muralista.
“Este año mantendremos el mismo espíritu por preservar la memoria de este gran maestro de la pintura. Pretendemos recuperar el sentido de trabajo arduo que Siqueiros planteó mediante actividades que, por un lado, posibiliten su óptima conservación y difusión, y por el otro, permitan revisarlo y confrontarlo con las propuestas estéticas contemporáneas”, indicó la directora del INBA.
Cabe destacar que recientemente el INBA llevó a cabo la restauración de los murales y una intervención arquitectónica en la Sala de Arte Público Siqueiros, además de la digitalización total del archivo documental que resguarda correspondencia y escritos del artista, así como la exposición “Siqueiros paisajista” en Long Beach, California, que muestra un aspecto poco explorado en la fecundidad del pintor: su obra de caballete.
El INBA también participa en diversos trabajos de restauración de la obra de Siqueiros, algunos de los cuales se realizan en Chile y Argentina. Además, actualmente lleva a cabo la segunda etapa de la digitalización del Fondo David Alfaro Siqueiros, que comprende la digitalización de la biblioteca del artista, además de material hemerográfico, archivos de audio, video y carteles.