En el debate cara a cara, los candidatos del PSC obvian esta gran preocupación ciudadana
Aunque ahora los dos contendientes socialistas para ser candidatos por la opción a la alcaldía de Barcelona, Jordi Hereu y Montserrat Tura, clamen por una "tolerancia cero" ante las conductas incívicas, tal como se ha visto en su primer enfrentamiento directo, lo cierto es que vienen de una cultura político-social que siempre ha reído algunas gracias poco graciosas en este sentido (más Hereu, sin duda, que Tura). Ahora este talante se da cuenta de lo perniciosa que ha sido la actitud. Es decir, han tenido que acabar dando la razón a una oposición que, como mínimo en estos casos, no se ha dejado llevar por la tentación del falaz e inútil progresismo barato. En este sentido, cabe señalar a uno de los grupos más incívicos con que cuenta la ciudad, un casi 'lobby' que no tan sólo ha disfrutado del 'placet' del socialismo municipal barcelonés sino que ha sido promocionado por el mismo. Porque la actitud incívica del ciclismo urbano -la excepción, en este caso, son los que guardan respeto respecto al resto de la ciudadanía- viene de antes de que al fenómeno se le revistiera de carácter casi institucional. Que, aun con sus antecedentes, le fue dotando de unos carriles más irreflexivamente pensados para acomodar la ciudad a la iconografía del prisma entendido como políticamente correcto. Y, encima, les facilitó el elemento de dos ruedas con el que amedrentar al verdadero ciudadano de a pie -siempre valiéndose del sentimiento de supuesta mayor autoridad moral que, hoy en día, parece envolver a ciertos conceptos sociopolíticos- con el invento del Bicing. De ellos, de este colectivo, no se habló en el debate socialista del sábado. Y este tema, aunque pueda parecer menor, debería ser uno de los puntales sobre los que el principal candidato opositor socialista y favorito en las encuestas, Xavier Trias, basara su programa de futura acción de Gobierno. Tolerancia cero con fuertes multas para quien circule por la acera, las bicicletas sólo en la calzada -quien tenga miedo, que vaya a pie-, y supresión inmediata de los actuales carriles bici. Y, posteriormente, eso sí, replantear una opción que puede ser válida si se aplica correctamente, sin las urgencias que, en su tiempo, marcaron una solución que se pensó, básicamente, en base a que tenía un perfil que algunos consideraron como muy progresista.
El propio Xavier Trias dijo en su día que potenciar la bicicleta en la ciudad no era en sí una mala política. Así pues, siguiendo la estela de 'fair-play' que siempre ha caracterizado al candidato -y parece que futuro alcalde- a regir el consistorio barcelonés, este no reniega de la iniciativa llevada a cabo por el tripartito municipal -fue en aquellos tiempos cuando se impulsó, con el republicano Jordi Portabella como uno de los puntales-.
Aun así, Xavier Trias también ha discrepado como líder de la oposición de la metodología llevada a cabo para implantar el sistema. Un método que, por otra parte, y en su día, partió de la irreflexión del reflejo en otras sociedades para implantar en Barcelona un modelo que no era importable -tanto por la estructura de los inspiradores como por el nivel de civismo de los usuarios- en la ciudad. Antes al contrario, previo al carril bici o a las bicicletas de alquiler, ya se percibía el escaso sentido cívico de un creciente grupo de ciudadanos que invadían aceras atropellando sin miramientos a los peatones. Así que la implementación sólo sirvió para empeorar la situación. Tal vez, mejor hubiera sido emplear el dispendio municipal en campañas de civismo para los ciclistas urbanos en lugar de hacerlo en la creación de los carriles bici y en susodichas bicicletas de alquiler.
Pero ni Jordi Hereu ni Montserrat Tura implicaron a este colectivo en la tendencia atentatoria de la convivencia en la ciudad, tal vez por el miedo a que se rompa la goma -con posible acento en la 'a' de un socio al que puedan necesitar en el futuro para gobernar Barcelona si se diera el caso-.
Hablaron en el debate del sábado de integración de los colectivos inmigrantes, de nudismo en la ciudad y de ciertos otros incivismos. En un encuentro, eso sí, que pareció dar más la razón a los que piensan que es una operación socialista para remontar que no el resultado de una verdadera voluntad de contrastar consignas (nada que ver con los Hilllary vs. Barack, para entendernos). Porque, por otra parte, fue básicamente un reparto de caricias y de promesas de integración en difíciles equipos de Gobierno. Que, en su caso, rechazó Hereu. Porque quien ha sido alcalde no puede verse relegado, no por nada más.