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OPINION/ Victor Gijón

Las mayorías para el que se las trabaja

Las mayorías para el que se las trabaja

lunes 11 de junio de 2007, 22:14h
El PP ha descalificado el acuerdo alcanzado por PSOE y PRC en el ámbito municipal que les permitirá gobernar más del 50% de los ayuntamientos de Cantabria. Mientras tanto los populares retroceden en número de alcaldías con respecto a 2004.

Socialistas y regionalistas han apostado por acuerdos de base amplia que posibiliten mayorías holgadas para la buena gobernabilidad de los ayuntamientos donde no se dan mayorías absolutas.


El PP, que fue el primero en abrir negociaciones con otras formaciones políticas, se limitó a reclamar el gobierno para la lista más votada, lo cual, caso de haber sido aceptado, le hubiera dado automáticamente 17 alcaldías más que, unidas a las 36 en las que alcanzó mayoría absoluta, le conferiría la representación de la mitad más dos (53) de los ayuntamientos de Cantabria.

El PP no explicó a sus interlocutores socialistas y regionalistas como pretendía gobernar esos ayuntamientos donde siendo la candidatura más votada carecía del número de concejales suficiente para garantizar cuatro años de Gobierno estable. Pero le parece fatal que socialistas y regionalistas lleguen a un acuerdo para que esa gobernabilidad sea un hecho.

Cuando los populares buscaron acuerdos en el pasado, pactando en el ámbito municipal ora con el PSOE ora con el PRC, lo hacían, según dicen, por el interés general; cuando son los demás los que pactan es para repartirse cargos y prebendas: cosa del pesebre. Es una constante en la política del PP considerar que sólo lo que ellos hacen está bendecido, mientras que si son otros quienes lo hacen es anatema.

Pero todo es mucho más simple. Lo que ocurre es que el PP no ha querido trabajar la mayorías allí donde los votos de los ciudadanos no les han dado el apoyo suficiente par gobernar en solitario. Cogidos en la trampa de su reclamación regional, basada en un derecho inventado según el cual deberían dejárseles gobernar sin tener los votos ni los escaños suficientes para ello, los dirigentes populares, con Ignacio Diego a la cabeza, desaprovecharon las reuniones con regionalistas y socialistas y ni siquiera plantearon la hipótesis de estudiar posibles acuerdos municipales.

Así las cosas la posibilidad del PP de lograr alguna de las 17 alcaldías en que obtuvo más votos, pero sin mayoría absoluta, se reduce a Los Corrales de Buelna. En este municipio, el PP, conducido por la ex alcaldesa y diputada regional en la anterior legislatura, Mercedes Toribio, logró mayoría de votos, pero con una concejalía menos de las necesarias para gobernar en solitario.

Ese escaño se lo dará, así lo ha anunciado ya, el solitario concejal de una candidatura independiente formada por ex militantes críticos del PRC. Un independiente que se ha descolgado declarando que apoyará la elección de Toribio pero que inmediatamente pasará a la oposición, lo cual planteará, seguramente, serios problemas de gobernabilidad en la villa corraliega. ¿Ha explicado el PP cómo hará frente a esa situación? Al aprecer no lo cree necesario.

Otro caso paradigmático de la doble moral popular se da en Cabezón de la Sal. El PP, por medio de su alcaldesa Ana Madrazo, ha puesto el grito en el cielo porque la unión de socialistas, regionalistas y Progresistas dará la alcaldía a la candidata del PSOE, Isabel Fernández, partido que ocupa la segunda plaza, después del PP, en número de votos. Motejar el pacto, como hace el PP cabezonés, de acuerdo contra natura que ignora la voluntad popular, es pura y simplemente mentira.

Se olvidan que en la última legislatura, el alcalde del PP de Cabezón de la Sal, Santiago Ruiz de la Riva, fue elegido merced al voto de un regionalista que abandonó su partido, en cuyas listas acababa de ser elegido, para pasar a formar parte del equipo de Gobierno del PP. El tránsfuga fue acogido con los brazos abiertos y el PP no hico ascos a su voto indigno.

Cierto que el desarrollo del pacto suscrito por socialistas y regionalistas ofrece y ofrecerá en las próximas horas algunos ejemplos poco edificantes. Pero ni punto de comparación con el hecho de que el PP mantenga en sus listas a alcaldes capaces de dar licencia par construir destruyendo un monte; o alcaldes que se niegan a cumplir sentencias de derribo utilizando triquiñuelas propias de tahúres del Missisipi o alcaldes con fortunas no explicadas y amasadas a partir de su llegada al cargo municipal.

El PP, que obtuvo 36 ayuntamientos con mayoría absoluta, saldrá el sábado próximo con distintas posibilidades de mejorar el resultado, pero como mucho alcanzará cuatro ayuntamientos más. El PRC, que logró 20 mayorías absolutas, entre ellas la más significativa la de Comillas, tendrá el sábado posiblemente 16 alcaldes más, entre ellos los que repetirán en Reinosa y Laredo.

El PSOE, con sólo seis ayuntamientos con mayoría absoluta, entre los que están sus feudos de Colindres y Santoña, podría tener, si el pacto se cumple en su totalidad, 17 alcaldías más. Mantendría ayuntamientos emblemáticos como Cartes, Reocín, Santa Cruz de Bezana y Torrelavega, y recuperará Suances y Castro Urdiales. El caso de Camargo tiene tratamiento aparte, porque el acuerdo es entre familias socialistas: la oficial, representada por María Jesús Calva, y la disidente, nucleada en torno a ACaP, que fue la lista más votada con Ángel Duque como cabeza de candidatura.

Lo he dicho al principio de este artículo: no va ser fácil cumplir en todos sus términos el acuerdo de gobernabilidad municipal. Para Lola Gorostiaga el cumplimiento de lo firmado será la prueba del nueve de la voluntad del PRC por establecer un nuevo pacto de Gobierno sobre bases más firmes en lo municipal que en la anterior legislatura. Para el PRC la tarea es doble.

De un lado debe convencer a sus concejales de que la gobernabilidad regional tiene un precio: la disciplina, y que hay que pagarle entre todos. Y del otro, que es posible compartir gestión en los ayuntamientos, con independencia de las afinidades personales.

En el PRC con conscientes de que luchan, además contra los cantos de sirena de algunos listos del PP, dispuestos a pescar en río revuelto. Se sabe de concejales tocados, de ofrecimientos, de presiones donde pueden, y de halagos donde no pueden o no surtirían efecto las amenazas. El objeto del PP en esta semana no es plantear acuerdos de gobernabilidad municipales sino torpedear el mayor número de acuerdos en los ayuntamientos entre PSOE y PRC.

Creen que si el cumplimiento del pacto es por debajo de las 33 alcaldias y afecta a los socialistas la dirección regional de este partido no tendrá más remedio que tirar la toalla y renunciar a la reedicción el pacto de Gobierno. Entonces sería su oportunidad de formar gobierno en minoría u ofertar un acuerdo de legislatura al PRC, eso si sin Miguel Ángel Revilla en el Gobierno.

En el PSOE confían que la palabra empeñada por Revilla se cumpla y que el ‘aparato’ regionalista convenza a los más reticentes. Los concejales regionalistas más reacios a dar al alcaldía a los socialistas están en Cartes y Santa Cruz de Bezana. En Limpias el concejal regionalista es de los que cree que un escaño vale un Potosí, y no renuncia a que le voten a él para alcalde, no poniendo peros a que sea el PP o el PSOE, ambos con cuatro concejales.

En Polanco, un peculiar alcalde, primero regionalista, luego independiente y ahora de nuevo en las listas del PRC, dice que prefiere que gobierne en minoría el PP, antes que recurrir a los votos de una agrupación de electores formada por ex concejales del PSOE que le hicieron la vida imposible en la anterior legisltura.

En Castro Urdiales otro regionalista, Fernando Muguruza, cuya decisión de no apoyar la lista más votada hace cuatro años, la del entonces todavía socialista, Rufino Diaz, sumió al municipio en un desgobierno absoluto, se retira. Muguruza ha tenido la decencia política de dimitir, tras perder dos concejales y toda posibilidad de ser determinante en un acuerdo que devolverá la alcaldía al PSOE, liderado ahora por María Jesús Esteban, y que fue el partido más votado por los castreños el pasado 27-M.

Y es que el tiempo da y quita razones, aunque algunos sigan erre que erre, creyendo que el poder les pertenece por designios naturales y que las urnas son un mero trámite, desagradable y al que hay que someterse cada cuatro años para guardar las formas. Hablo por supuesto del PP.

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