Muchos errores se le pueden atribuir, pero que fue un demócrata a carta cabal, no se puede discutir
El día 15 de octubre de 1975 el presidente Carlos Andrés Pérez me acusó, en rueda de prensa, de haber recibido un soborno de la Occidental Petroleum. Al presentar tales imputaciones, CAP estaba repitiendo las palabras de un señor Kaufman -despedido por la Occidental- y a la que la estaba demandando por varios millones de dólares ante un tribunal de Houston. Kaufman decía que la petrolera me había sobornado para que en mi condición de Secretario del Ministro de Minas e Hidrocarburos le facilitase a la petrolera la obtención de unos Contratos de Servicio al Sur del Lago de Maracaibo.
Lo cierto es que yo nunca fui Secretario del Ministro de Minas e Hidrocarburos y, para esa fecha, nunca había tenido cargo público alguno que tuviese que ver con el petróleo.
En boca del Presidente aquello provocó un escándalo. Se designó un Juez Instructor Especial de Primera Instancia, que me imputó y me prohibió la salida del país. Adicionalmente el Congreso Nacional designó una Comisión Bicameral integrada por 17 senadores y diputados para investigar las acusaciones.
Después de exhaustivas investigaciones, la Comisión Bicameral del Congreso me absolvió por unanimidad.
El caso pasó a manos de la Dra. Carmen Beatriz Romero de Encinoso, Juez Superior Séptimo en lo Penal del Distrito Federal y Estado Miranda -posteriormente Magistrada de la Corte Suprema de Justicia- quien en sentencia del día 16 de noviembre de 1976 me absolvió también de los cargos. También lo hizo la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia en sentencia del 9 de febrero de 1977, avalando así los planteamientos del Ministerio Público. Incluso la prensa me respaldó de manera unánime.
La razón de revivir aquellos sucesos -36 años después- es porque constituyen un ejemplo claro de cómo debe funcionar la separación de los poderes públicos en una democracia. Un ejemplo es mejor que mil lecciones. En los hechos narrados participaron el Poder Ejecutivo -en cabeza del propio Presidente de la República-, el Poder Legislativo que designó una Comisión Bicameral integrada por varios senadores y diputados y el Poder Judicial a través de un Juez de Primera Instancia, un Juez Superior y la Corte Suprema de Justicia. Igualmente participó el Ministerio Público. A pesar de la enorme influencia del Presidente, su fuerza no se impuso ante las demás ramas de los poderes públicos y, en definitiva, lo que sí prevaleció fue el talante democrático de Pérez, quien tuvo que aceptar las decisiones de las demás instancias. Eso, con la serenidad que me da el tiempo que ha transcurrido, debo reconocerlo.
Quizás las alabanzas que surgen de quienes fueron sus amigos, no tienen la misma significación que el reconocimiento que hoy le quiere hacer alguien que fue severamente perjudicado por CAP.
Aún recuerdo los consejos que en aquellos tiempos me daba el Dr. Pedro Tinoco, ya fallecido: "Con un presidente tan poderoso como Pérez no se pelea. Mejor vete al exterior y estudia un doctorado. Cuando regreses ya habrá otro presidente y todo se habrá olvidado". Pues bien, no seguí su consejo, no me fui, enfrenté el juicio y -como tenía que ser- resulté absuelto.
Yo dudo que en las actuales circunstancias pudiera repetirse una situación similar, porque hoy en día no impera una visión de igual respeto hacia la independencia de los tribunales ni de los demás poderes. Los jueces que me absolvieron no fueron a dar a la cárcel con sus huesos y los senadores y diputados no actuaron como focas temerosas, ni el Ministerio Público atendía instrucciones del Presidente.
El respeto de Carlos Andrés Pérez a la independencia de los Poderes Públicos quedó ampliamente demostrado en momentos muchos más trascendentes, cuando siendo Presidente por segunda vez, aceptó el enjuiciamiento, destitución y condena por parte de esos otros poderes.
Muchos errores se le pueden atribuir, pero que CAP fue un demócrata a carta cabal, no se puede discutir. Que lo que actualmente impera no es más que una mascarada de democracia, eso sí es discutible, porque ya hasta las máscaras están cayendo. CAP fue reivindicado por HCh.
Al retroceder en la historia reciente uno no puede sino asombrarse del progresivo deterioro institucional que hemos vivido a la largo de los últimos 12 años. Hoy tenemos a las demás ramas de los poderes públicos servilmente arrodilladas ante el poder prevaleciente. ¿Puede esto llamarse democracia? ¡Lo dudo! Sin que me quede nada por dentro hoy quiero rendir un tributo a la memoria de Carlos Andrés Pérez. La historia habrá de juzgarlo.
pepetoroh@gmail.com / @josetorohardy