La revelación que Rosa Núñez de Acuña había comprado su candidatura a la vice presidencia, ha desnudado los serios problemas de liderazgo de Luis Castañeda. Nadie se explicaba por qué Luis Castañeda había incluido en su plancha presidencial a Rosa Núñez, una persona que no es conocida, que no se expresa bien y que no es una profesional destacada. En una palabra, que carece de atractivos electorales y políticos.
La respuesta al enigma la dio Perú.21 en su portada del día martes: “Pagó por ir en plancha”. Es decir, la señora Núñez compró su lugar en la fórmula presidencial. Perú.21 reveló que los audios fueron grabados “en reuniones con un grupo de personas de su entorno”, en el mes de diciembre, uno en Lima y dos en Trujillo.
Allí Rosa Núñez explica a sus allegados que ella pagó setecientos mil soles para tener un lugar en la plancha. Además, se comprometió a poner 37 camionetas para la campaña. (“Pagó por ir en la plancha del Mudo”, Perú.21, 4.1.11).
Enredados
Luis Castañeda se quedó mudo nuevamente. Envió a su lugarteniente Marco Parra y a un conjunto de impresentables, reclutados en las cloacas de la política criolla, a dar la cara por él.
Todos, incluyendo a Rosa Núñez, se enredaron en un mar de contradicciones, negando y admitiendo que los audios eran auténticos, negando y admitiendo que Núñez desembolsó plata para la campaña, acusando a sus rivales por sus propias metidas de pata e injuriando a la prensa. Pero su esperpéntica defensa no resiste el menor análisis.
Porque, en primer lugar, los audios fueron grabados por gente de confianza de Núñez, que estuvieron no en una sino en por lo menos tres reuniones con ella. Por alguna razón los filtraron a la prensa.
En segundo lugar, el intento de desviar la atención denunciando a una mafia que intercepta los teléfonos es ridícula, porque no fueron chuponeadas sus líneas sino grabadas sus reuniones por su propia gente.
En tercer lugar, el argumento que los candidatos tienen la obligación de aportar para la campaña no es el tema. El problema es que Castañeda venda los puestos en la plancha o en la lista a cambio de una suma de dinero, como bien precisó Augusto Álvarez en La República. (“La dote de Rosita”, 6.1.11).
Por último, porque se ha violado la ley electoral superando los aportes que se pueden hacer a una campaña.
Mudo y asustadizo
El grotesco incidente puso en evidencia lo que se sospechaba, la falta de liderazgo de Castañeda. Al principio se escondió, no dio la cara. Luego, cuando apareció, se dedicó a insultar a sus rivales y ratificó a Núñez en la plancha. Un desastre.
No era la única respuesta que podía dar.
Por ejemplo, Alan García tiene muchísimos defectos, pero es un líder político. Cuando se difundieron los primeros “petroaudios” el 5 de octubre del 2008 en “Cuarto Poder”, apareció a las pocas horas en la TV y despotricó de los implicados. Y cuando aparecieron nuevos audios, despidió al premier Jorge del Castillo y al gabinete ministerial.
Cuando se reveló que tenía un hijo fuera del matrimonio, se presentó en la TV desde Palacio, con su esposa, admitió el hecho y lo explicó. En ambas ocasiones no dijo toda la verdad. Pero dio la cara e hizo frente al aprieto. Y, finalmente, no salió tan mal parado de problemas que eran de su absoluta responsabilidad. Ese es un líder.
Castañeda pudo haber dado la cara el mismo día de la revelación de Perú.21 y desembarcado sin más trámite a Núñez, diciendo que no conocía el asunto y agradeciendo a la prensa por haberlo descubierto. No lo hizo. Es temeroso, asustadizo, de reflejos lentos.
Preocupado por Comunicore
En su descargo, puede decirse que la mayor parte de las energías y tiempo de Castañeda están dedicados ahora al caso de Comunicore, el robo de 21 millones de soles de las arcas municipales durante su gestión.
Con la ayuda del Apra y aliándose con congresistas corruptos, ha logrado obstruir la investigación en el Congreso. Pero tiene que lidiar con una devastadora acusación de la fiscal Fany Quispe Farfán.
Al final de las 212 páginas de su fundamentada denuncia, la magistrada acusa a Castañeda y otros de delitos contra la administración pública, colusión desleal y malversación de fondos en agravio de la Municipalidad de Lima.
El caso está en manos de la juez provisional Nelly Aranda, que está sometida a múltiples presiones. Ella podría abrir proceso a Castañeda y otros, como pide la fiscal y aplicarle el nuevo Código Procesal Penal que entra en vigencia la próxima semana, con lo cual el proceso se agilizaría. O puede aplicar el Código actual alargando el asunto hasta las calendas griegas. O limpiar a Castañeda. O lavarse las manos con cualquier subterfugio.
Habrá que observar.