El Reino de las Autonomías, generado sin ruptura por la dictadura del Caudillo, crea la paradoja por la que una ciudad, al acercarse a Madrid gracias al desarrollo de las comunicaciones, se aleja de Europa. El régimen repicó campanas por la inauguración del AVE a Valencia, que está ahora tan sólo a 95 minutos de la capital española. Sin embargo, en comparación, los valencianos, murcianos y el resto de habitantes del arco mediterráneo están aún más lejos de Europa y corren el riesgo de que la UE los -nos- eche del euro. Las exportaciones valencianas a Europa seguirán pagando peaje de autopista, los pasajeros de RENFE continuarán tardando una eternidad para llegar a Tarragona, Barcelona, Girona y Francia. Madrid despilfarra en aeropuertos mastodónticos como el de León, con apenas pasaje, y descuida las comunicaciones del arco mediterráneo, las más productivas, que puestas al día darían ingentes beneficios económicos a la sociedad y al Estado. Pero la teología política imprime carácter y el régimen sucesor del Caudillo, en su aspiración por lograr la hegemonía castellana, sigue obsesionado con machacar a los catalanes perjudicando así a todos los súbditos del monarca, ya que el 60% del PIB español se forja en la zona mediterránea, expoliada con la ayuda de los gobiernos autonómicos respectivos. No hay economía que aguante esos disparates.