Para mí, fue uno de esos jefes que dejan huella. Con Luis Mariñas mantuve coincidencias y discrepancias –como sucede con casi todo el mundo: es muy difícil coincidir o discrepar en todo con alguien--, pero me enseñó mucho del oficio y lo admiré como el innovador que fue en aquellos informativos ‘de opinión’ en los que, acaso por primera vez y desde aquellos galpones del primer Telecinco, se pudo opinar desde la pequeña pantalla sin restricciones. Creo que la libertad de expresión, y quienes la propician, merecen todo tipo de homenajes y reconocimientos, independientemente de otras consideraciones, siempre menores.
Luis, que fue uno de los grandes, hubo de sufrir las pequeñas miserias que te imponen otros y otras. Pero dejará huella, vaya si la dejará: lo hacen quienes abren caminos, que suelen ser los menos y los mejores, pese a quien pese y a lo que pese.