Victoria, 20 años. Trabaja en Bruselas, Bélgica, y tenía un vuelo programado para la noche del 24, día de Nochebuena. Su plan, como el de millones de españoles y como el de media humanidad, llegar a compartir la mesa con su familia en una noche tan especial. Sin embargo, a su llegada al aeropuerto, se encuentra otra realidad.
La semana había sido complicada desde el pasado martes 21, con cancelaciones, retrasos y demás problemas derivados del temporal de frío y nieve que había azotado al Viejo Continente. Aeropuertos de Alemania, Bélgica y Francia habían protagonizado los peores incidentes al no poder afrontar las congelaciones propias de las heladas de estos días.
Así, llegado el 24, la situación se anunciaba complicada pero no lo suficiente. Victoria llegaba con información de que su vuelo saldría esa noche, pero la realidad fue otra.
"Sabíamos que había algunos problemas por el temporal, retrasos... pero no cancelaciones", no contaba Victoria, ya algo recuperada de una experiencia que nunca olvidará.
"Mi vuelo desapareció de la pantalla de repente, sin avisar...", relata esta joven,
que no entendió la posición de la aerolínea, Iberia, y mucho menos la falta de medios que presentó el Aeropuerto Internacional de Bruselas. Es cierto que tenemos la costumbre de arremeter contra lo nacional, pero entre nuestros vecinos el caos ha sido enorme cuando el temporal ha dado sus peores azotes.
"En Iberia nadie daba información; apenas había personal en los mostradores", cuenta Victoria, que recuerda una cola de apenas de 10 metros para las reclamaciones que, sin embargo, tardó unas 6 horas en resolverse.
La jornada fue complicada, como contábamos, pero aunque hubo retrasos y cierre de pistas, éstas abrieron otra vez durante el día. Sin embargo, para la mala suerte de muchos españoles que buscaban el reencuentro con sus seres queridos en una noche tan señalada, los vuelos se cancelaron repentinamente, deparando escenas que ya se vivieron tanto en España como en países vecinos el pasado Puente de la Constitución por culpa de la rebelión de los controladores aéreos.
Lo más indignante, nos relata esta joven, es que la prioridad para la salida de los pocos aviones que pudieron resistir a las heladas gracias a los anticongelantes fueron destinados al extranjero, mayoritariamente a Estados Unidos. Así que tocó pasar la noche en el aeropuerto, donde las medidas de Bélgica fueron tremendamente austeras. Camillas de guerra, mucho frío, poca atención y enorme desesperación. Sin embargo, los españoles allí concentrados -no se quedaron todos en el aeropuerto-, sacaron fuerza de flaqueza y se unieron en comunidad celebrar la Navidad con las bebidas calientes -y otras no tanto- que había en las cafeterías del aeródromo bruselense.
"Fue, sin duda, una Navidad original, distinta, una experiencia diferentes... pero no la repetiría", cuenta con más entereza que otra cosa Victoria, quien pese a todo se siente afortunada:
"Tuve suerte y sobre las 6 de la mañana pude coger el vuelo". Un vuelo, eso sí, no directo, sino con escala en París. Allí perdió una de sus maletas, pues muchos españoles tuvieron problemas con el equipaje. La enésima guinda para una noche para olvidar...
Las conclusiones, las de siempre: iras contra la aerolínea implicada, pero escasos medios para poder reclamar a los verdaderos responsables, que es la organización del aeropuerto. En el de Bruselas no había apenas personal para ayudar a los viajeros y la información, tanto en pantalla como en puestos destinados a ello, fue casi nula.
Otros aeropuertos
No fue la de Bruselas la única mala experiencia para muchos españoles y otros ciudadanos europeos. Varios aeropuertos de Alemania, el londinense de Heathrow, responsabilidad de la compañía española Ferrovial -quien ha acaparado muchas culpas con este caos- o el internacional de París, el Charles de Gaulle.
Como decíamos, tal ha sido el caos en Heathrow que el Gobierno británico quiere multar con dureza a la organización de Ferrovial, ya que quedaron bloqueados miles de viajeros antes de Navidad.