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La conquista de Quito

La conquista de Quito

jueves 09 de diciembre de 2010, 18:33h
Toda conquista armada es un acto inhumano de violencia, pero la conquista del antiguo país de Quito fue un proceso de suprema brutalidad, en el que los conquistadores europeos desenvolvieron las más crueles formas de extorsión, dominación y aniquilación contra los pueblos indígenas.

El primer cronista de esos hechos fue fray Bartolomé de las Casas, quien incluyó entre sus opúsculos y memoriales un capítulo referente a “los grandes reinos y grandes provincias del Perú”. Inició este relato señalando que en el año de 1531 llegó a estas tierras “otro tirano grande (Pizarro)”, quien “en su infelice entrada mató y destruyó algunos pueblos y les robó mucha cantidad de oro.  En una isla que se llama Puná, muy poblada e graciosa, e recibiéndole el señor y gente della  como a ángeles del cielo, el pago que les dieron al fin fue que los metieron a espada y alancearon mucha cantidad de gentes, y a otros hicieron esclavos con grandes y señaladas crueldades, dejando casi despoblada la dicha isla”.

De allí pasaron los conquistadores a la provincia de Tumbalá (hoy Santa Elena) y mataron y destruyeron a muchas gentes, acusándolas de ser rebeldes al rey.  Dice el cronista que “tenía ese tirano esta industria:  que a los que venían a darles presentes de oro y plata, decíales que trajesen más,…como si después no los oprimiesen, robasen, asolasen y destruyesen…”.

Las Casas también incluyó en su obra un testimonio del fraile franciscano Marcos de Niza, quien afirmó:  “Yo soy testigo de vista que aquellos indios del Perú son la gente más benévola que se ha visto, y que daban a los españoles en abundancia oro, plata e piedras preciosas y todo lo que les pedían e todo buen servicio e nunca los indios salieron de guerra sino de paz. …Item, soy testigo que sin dar causa ni ocasión aquellos indios a los españoles, después de haber dado el mayor cacique Atabaliba (Atahualpa) más de dos millones de oro, luego lo quemaron, y en pos de él quemaron vivo a su capitán general Cochilimaca (Calicuchima).
Asimesmo, después a pocos días quemaron a Chamba, otro señor principal de la provincia de Quito, sin culpa, y a Chapera, señor de los canarios, y asimesmo a Albia, gran señor de los que había en Quito, quemaron los pies e le dieron muchos otros tormentos porque dijese dónde estaba el oro de Atabaliba.  Asimesmo quemaron en Quito a Cozopanga, gobernador que era de todas las provincias de Quito.  El cual por ciertos requerimientos que le hizo Sebastián de Benalcázar vino de paz y porque no dio tanto oro como lo pedían, lo quemaron con otros muchos caciques e principales”.


 Continúa el relato de Niza:  “Los españoles recogieron mucho número de indios y los encerraron en tres casas grandes, cuántos en ellas cupieron, e pegáronles fuego y quemáronlos a todos sin hacer la menor cosa contra español ni dar la menor causa. …Yo afirmo que yo mesmo vi ante mis ojos a los españoles cortar manos, narices y orejas a indios e indias sin propósito, sino porque se les antojaba hacerlo.  E yo vi que los españoles les echaban perros a los indios para que los hiciesen pedazos e los vi así aperrear a muy muchos”.

 Vistos estos hechos de la historia , ¿cabe seguir celebrando con fanfarrias la fundación española de Quito?


jorge.nunez@telegrafo.com.ec
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