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Alarma aérea y ciudadana

Alarma aérea y ciudadana

sábado 04 de diciembre de 2010, 18:40h
La medida aplicada por el  gobierno de Rubalcaba, al menos hasta que comparezca Zapatero le denominaremos así es la razonable. Es la consecuencia directa de que los controladores hayan tomado a centenares de miles de ciudadanos, como rehenes de un conflicto, tan imaginario como chantajista, que ha concluido convirtiendo España entera en rehén de su espacio aéreo.

Ayer el gobierno sabía que los controladores se equivocarían tras conocer las decisiones aprobadas por el Consejo de ministros e intuían la que se podía venir encima. Es lógico por tanto que el Consejo de Ministros extraordinario de hoy haya aplicado la medida mas dura de nuestra democracia. Movilizar a todo un colectivo tan estratégico como el de los controladores, que no militarizar, aunque no entiendo bien la diferencia, viene avalado por la Constitución es cierto y además no quedaba otra, pero demuestra también que el conflicto nunca estuvo resuelto del todo.

Mas de 300 mil personas están directamente afectadas y millones, no solo en España, de forma indirecta. Sectores estratégicos como el turismo, la hostelería o el transporte no son capaces aun de establecer una valoración de perdidas, pero mucho me temo que si estos controladores llegan a perder su puesto de trabajo por mantener su actitud, algo que a esta hora del sábado me parece improbable y me aventuro a pronosticar,  no serían los únicos en su caída, dejarían otros tantos  trabajadores sin empleo en el camino, de compañías aéreas, hoteles, restaurantes y un largo etc.

Decía ayer que son pocos y son cobardes, lo reitero. Ademas añado hoy, inconscientes. Pero son solo controladores aéreos,aunque les guste jugar a dioses, es decir personas normales, de carne y hueso, que han tensando tanto la cuerda que ha terminado por romperse.

Los controladores son un colectivo de trabajadores que suelen tomar sus bajas de manera conjunta, enferman sospechosa y repentinamente y en esta ocasión, víspera de puente para los miles de ciudadanos, han estornudado a destiempo. Cierto que ese catarro viene incubándose desde hace tiempo y que los indicios eran suficientes para que ayer el Consejo de Ministros preparara la situación a tomar hoy.

Miles de vuelos ya cancelados, millones de euros perdidos, y horas, quizá días, para recuperar la normalidad aérea en el mejor de los casos. La imagen de España, lamentablemente de nuevo erosionada por las imágenes de largas colas y desconcierto con que abren todas la cadenas de noticias del mundo no ayuda en absoluto, pero lejos de criticar hay que pensar en futuro. Decretar el estado de alarma no es plato de buen gusto, aunque como matiza Peces Barba no provoca directamente la suspensión de ningún derecho fundamental, pero peor seria no disponer de mecanismos constitucionales para  atajar el problema.
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