La Consejera de Presidencia de la Comunidad Autónoma de Murcia ha postulado una mejora en la calidad administrativa regional. Hecho que realmente es una noble y obligada pretensión para los que como ella están al frente de una Administración Pública. Aunque no deja de ser extraño que se eche de menos la calidad tras dieciséis años en el gobierno.
Pero los ciudadanos somos conscientes que estas apuestas ni son nuevas, ni tampoco suelen llevar detrás mucho más calado que una campaña de imagen, máxime con la proximidad de los comicios regionales para la próxima primavera, y eso daña a la inteligencia, pues de ser así, pondría de manifiesto el concepto que se tiene del "cuerpo electoral".
El tema de la calidad de los servicios públicos es algo que se viene repitiendo con mayor o menor éxito desde hace tiempo. Y como tal enunciado no tiene objeción, pues como los slogans contra la guerra o contra el sida, por la paz y la libertad, tienen una fácil venta y por una gran mayoría tienen buena acogida, otra cosa es la concreción de los métodos y los objetivos, donde ya habría mucho que matizar. Tal es así, que incluso en algunas Administraciones Públicas han hecho fortuna algunos adelantados de su tiempo por el profetismo casi apostólico que han desarrollado sobre el particular. De forma que han conseguido convencer a los jefes de la bondad de sus postulados, han realizado costosos cursos de formación con cargo al Erario Público, tras lo cual, abandonando sus cometidos originarios se han entregado en cuerpo y alma a la defensa de la calidad en los servicios. Aunque el tiempo ha dejado constancia de tan estéril y costosa tarea, pues se han aplicado planteamientos metateóricos, algunos de sectores distintos y distantes de las Administraciones Públicas, y han llenado folios y folios de inútil estadística, para que finalmente los servicios estudiados, supuestamente evaluados, naturalmente con la aprobación –para que no se molestase nadie-, han seguido funcionando de igual forma que antes de esos trabajos, e incluso al margen de toda conclusión de los mismos.
Así que la conclusión parece clara: la calidad de un servicio público viene dada por el resultado y el modo con que se ha prestado, pues "obras son amores, y no buenas razones"; y si además ese servicio público se presta de forma no sólo eficaz, sino eficiente –con menor costo-, mejor. Siendo algo tan constatable objetivamente que deja poco lugar a dudas y elucubraciones, pues los primeros que perciben la calidad son los usuarios del servicio, y seguidamente los propios trabajadores del sector público –estando éstos al servicio de aquellos, y no a la inversa-. De igual manera que otro criterio de calidad es el cumplimiento objetivo de la legalidad vigente, de sus plazos, de las garantías del ciudadano, para que pueda hacer alegaciones, interponer recursos, y sobre todo que se le atienda como es debido, no como ganado en un mostrador.
Lo que realmente necesita la Administración Regional, especialmente en esta situación de crisis económica, es un mayor control del gasto público, por lo que se deberían de reforzar los controles administrativos internos, potenciando la figura funcionarial de los interventores en los diversos centros de gasto de las distintas Consejerías, Organismos y Entes Públicos, que evitaran la "pajera abierta" con la que se ha venido funcionando hasta ahora y que tan nefastos resultados contables ha dado.
Por tanto, recomendamos a la Consejera de Presidencia que no imite a su compañero de Cultura en ocurrencias y proyectos costosos e inservibles y reconduzca su esfuerzo a procurar una mayor eficiencia de la Administración a su cargo, no siempre bien diseñada, ni mejor organizada, más allá de proyectos cosméticos que servirán para premiar la docilidad política de unos cuantos funcionarios, al facilitarles el acceso a puestos de "auditores de calidad", que poco o nada aportarán a la verdadera calidad de los servicios en los que realmente trabajan el resto de sus compañeros. Lo dicho, menos ocurrencias y más control administrativo y contable del gasto público.
EL MIRAVETE