lunes 29 de noviembre de 2010, 16:59h
Ante el pedido de participar activamente en la jornada cívica de ayer, los ecuatorianos respondimos con responsabilidad y altura.
El orden y la disciplina demostrados facilitaron el trabajo de los jóvenes encuestadores e hicieron mucho más eficiente la tarea de las fuerzas de seguridad. La encomiable actitud demostrada es el mejor indicador de que cuando se quiere lograr algo con esfuerzo y dedicación, es posible hacerlo. Los ecuatorianos son emprendedores por naturaleza. Bien conocido es, por ejemplo, que la vida de miles de compatriotas en el extranjero está marcada por largas jornadas de trabajo para sobrevivir, unos, y dinamizar negocios, otros; sin embargo, nunca omiten la obligariedad de sus hijos de estudiar y servir al país que los adopta, sin olvidar al suyo.
Esta alusión, que podría ser un contrasentido, nos permite ilustrar el desencanto de grandes masas que siguen esperando el milagro de la promesa electoral que alguna vez ofrecieron tradicionales líderes políticos. Pero después de hoy no podrán ocultar, nunca más, el daño causado a quienes confiaron en las bondades de la manipulación para salir del abandono.
La histórica ausencia de educación, de acceso a los servicios básicos y desempleo se convertirán en cifras, una vez que los resultados del Séptimo Censo de Población y Sexto de Vivienda, desarrollado ayer, se conozcan en agosto. Confiamos en la capacidad y decisión de las autoridades de este Gobierno para complementar las herramientas políticas con los indicadores de desarrollo, de manera que los invisibilizados sectores marginados por la inequidad de un modelo de país y ciudad entren con fe al Siglo XXI.