Desde
Isidro Fainé, presidente de La Caixa, a quien
Zapatero invitó a hablar el primero, hasta el último de los intervinientes (no hablaron todos) aceptaron que había que emitir mensajes positivos y no catastrofistas, pero insistiendo todos en la necesidad de poner urgentemente en marcha las medidas de dureza presupuestaria ya diseñadas por el gobierno. Especialmente tajante estuvo al respecto el presidente del BBVA,
Francisco González, quien pidió poner en marcha tales medidas “ya desde el lunes”.
Varias de las docena largas de intervenciones registradas en el encuentro monclovita en la mañana del sábado, se mostraron pesimistas entendiendo que resulta bastante probable una intervención ‘a la irlandesa’ de la economía española, y por ello insistieron en la urgencia de poner en marcha todas las medidas de ajuste duro ya aprobadas y aún alguna más.
Algunos importantes empresarios, como
Florentino Pérez o
Isidoro Álvarez, no pidieron turno de intervención, pero algún otro “más valdría que se hubiese quedado callado”, en opinión de una de las fuentes de este periódico: tras enfatizar diciendo que “se ha acabado el estado de bienestar”, pidió un recorte drástico de los gastos autonómicos e incluso llegó a sugerir la fusión de algunas de las diecisiete autonomías actualmente existentes, insólita sugerencia que se dejó pasar entre discretos carraspeos.
Uno de los que no abrieron la boca fue el vicepresidente primero,
Alfredo Pérez Rubalcaba. La vicepresidenta segunda sí intervino, para hablar de la sinceridad de lo propósitos reformistas del gobierno Zapatero.