jueves 25 de noviembre de 2010, 22:38h
El discurso del ex presidente de Colombia y ex secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria el pasado viernes 19 en el Centro de Convenciones de la ciudad de Quito dentro del Diálogo Ecuador Posible, convocado por el Centro Empresarial Ecuatoriano, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), fue notablemente significativo y merece análisis y reflexiones por las implicaciones que tiene. Fue un acierto de las instituciones que están auspiciando este diálogo haber tomado como punto de partida la visión del ex presidente colombiano tanto del contexto latinoamericano en que nos encontramos como el del país. Fue además un análisis franco y complejo que evitó la simplificación de las etiquetas ideológicas. Gaviria fue notablemente equilibrado en sus apreciaciones destacando, por ejemplo, el aporte favorable que ha sido para el país en el orden internacional superar la etapa de cambios presidenciales a medio período pero también las cuestiones pendientes, como la modesta tasa de crecimiento económico del país frente a sus vecinos, la necesidad de una agenda de política exterior realista y el respeto a la libertad de expresión.
El punto de partida, fundamental para el diálogo es la renuncia a la concepción de la verdad como posesión de un grupo o propiedad de una ideología. La realidad es más compleja que las recetas ideológicas y seguramente más gris que las simplificaciones apasionadas que postulan posiciones irreconciliables. La caída del Muro de Berlín y la finalización de la Guerra Fría mostraron la contingencia de las ideologías y la necesidad de repensar nuevas estrategias para el desarrollo humano, la cooperación internacional, la seguridad y la construcción de un nuevo orden mundial. Si algo merece destacarse de este punto de partida es, por una parte, la pérdida de confianza en la racionalidad instrumental, incluso aquella que se supone que ampara proyectos de cambio social y, por otra, la reivindicación del consenso entre los diferentes actores que tienen un mínimo de intereses comunes. Encontrar en diálogo ese mínimo es la tarea fundamental.
Desde la lógica que inspira el diálogo ha llegado la hora de detenerse y analizar lo sucedido en estos últimos años en materias como institucionalidad, economía, comercio internacional, seguridad nacional e internacional y qué es lo que se prevé y se quiere para el futuro inmediato y mediato. Como insistió Blasco Peñaherrera Solah, no se trata de renunciar a las diferencias, sino de encontrar el mínimo en que coinciden los diferentes sectores del país.
Merece una recensión especial la intervención del Dr. Manuel Corrales Pascual, SJ, rector de la PUCE en el evento, sobre la misión de la Universidad en el país, que recogió la visión de las universidades católicas dirigidas por la Compañía de Jesús en nuestro continente: "No formar profesionales exitosos en sociedades fracasadas". Exitosos sí, pero con responsabilidad social y ecológica.
alandazu@hoy.com.ec