Si usted, querido lector, fuese periodista y su nombre estuviese en uno de esos “mailing” (listas de direcciones) institucionales se hubiese enterado que se está promoviendo un colegio de periodistas de Castilla y León. Y se hubiese enterado porque a los pobres periodistas les han estado bombardeando en sus correos para que se adhiriesen a la petición de una Ley por la que se crea el tal colegio.
La idea del colegio es bastante antigua, pero en la actual legislatura desde la Junta se la ha querido dar un empujón con la anuencia de los presidentes de las asociaciones de la prensa de la región. Tras reuniones y reuniones, alguien se dio cuenta que las iniciativas para la redacción de una ley debía hacerse en la consejería de Justicia e Interior. Y eran necesarias, y de forma urgente, un determinado número de adhesiones para sacar adelante el proyecto.
Ahora nos han contado que ha sido Valladolid la provincia donde menos adhesiones se han presentado, siendo su asociación de la prensa la de mayor número de asociados. Dicen que a algunos de los peticionarios (institucionales y de asociaciones) de estas peticiones les tenían ganas muchos periodistas y ésta ha sido una forma de vengarse.
Es más, la asociación de Valladolid, la más importante, fue relegada y menospreciada en las negociaciones a favor de la de Segovia, llegándose hasta el extremo de dar por hecho que el próximo presidente del nuevo colegio será un conocido periodista segoviano, cuando aún ni siquiera existe el proyecto.
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