Definitivamente, la campaña electoral catalana no tuvo la "traca final" que algunos esperaban, en el debate "a dos" en el que confiaban batirse públicamente Mas y Montilla, los dos principales aspirantes a la presidencia de la Generalitat, tras las elecciones del domingo. La Junta electoral entendió que era dar una baza inconveniente a sólo dos de los candidatos en estas elecciones. Todavía queda otra oportunidad: que ese debate pudiera producirse en una televisión privada, a lo que nadie podría oponerse. Pero, ¿de verdad ha existido voluntad en hacer ese debate? Es dudoso, por más que ambos candidatos han asegurado que pidieron ese debate: Montilla hasta en 23 ocasiones, y
Mas incluso por escrito "pese a tener clara ventaja en las encuestas", según ha argumentado... Lo cierto es que uno y otro se han cruzado acusaciones de no querer ese debate, al margen de la voluntad e interés de los electores, que se quedan sin esa demostración final de las habilidades dialécticas de cada cual.
CiU ha señalado que duda que Montilla quisiera el cara a cara, y Montilla ataca a Mas y recurre la decisión, nos cuentan hoy algunos diarios catalanes. Pero, a estas alturas del procedimiento electoral, es evidente que hay un perjudicado,
José Montilla, que ha padecido unas encuestas de opinión netamente desfavorables, y que confiaba en esta última oportunidad del debate "cara a cara" para lograr algún graso de remontada... Pero como ya no será posible ese procedimiento, deberá ceñirse y limitarse a los mítines finales de la campaña, este jueves y el viernes, a los que probablemente se le añadirán en su ayuda algunos otros dirigentes del PSOE, particularmente
Rodríguez Zapatero. Por cierto, que José Montilla declara a
La Vanguardia este miércoles que se
fía más de Zapatero que de Mas, obviamente.
Y ahora, y sobre todo tras el escrutinio de la noche del domingo, pasaremos al tiempo de formación de Gobierno autónomo, pendiente, sobre todo, del resultado que obtenga cada fuerza política. Ya es sabido que CiU está al borde o rozando la mayoría absoluta. Si se confirmara esa preeminencia, el gobierno monocolor de Artur Mas eliminará cualquier otra eventualidad y pacto. En caso de que le falten unos pocos escaños para esa mayoría absoluta, se contemplan dos eventuales escenarios: la sociovergencia -entendimiento de CiU y PSC- o el acuerdo con el PP. En uno y otro caso, posiblemente sólo con apoyo externo, y sin implicación directa en el Govern. En las últimas jornadas de la campaña ha sido insistente el propósito de Montilla de lograr de su adversario que se comprometiera a no pactar con el PP. Por su parte, la candidata de este partido, el PPC,
Alicia Sánchez-Camacho, tiene varias aspiraciones: primera, la de superar los niveles de presencia del PP en el Parlamento de Cataluña. Aspira a convertirse en tercera fuerza, por delante de ERC. Y también aspira a poder "moderar" el futuro Gobierno catalán, que, está convencida, presidirá el convergente Artur Mas, a quien ve hacia una imparable deriva soberanista.
Dice Sánchez Camacho este miércoles al diario El País que las encuestas confirman que los catalanes ya no quieren un tercer tripartito, pero añade que lo realmente decisivo será qué partido moderará y decidirá el próximo Gobierno. Y que el PP tiene muchas posibilidades de decidir la gobernabilidad evitando una mayoría absoluta de CiU o un tripartito independentista. "Queremos evitar una fuga de votos de unos electores que creen que la mejor manera de desalojar al tripartito es votando a CiU, pues la ven con claras opciones de gobernar. Sin embargo, lo que hay que evitar es una mayoría absoluta de CiU o un tercer tripartito independentista junto a ERC y
Joan Laporta. El PP es la garantía de la moderación".
Alicia Sánchez Camacho añade que "la aspiración de cualquier partido sólido que tiene un proyecto para España y para Cataluña es aspirar a gobernar". Y que "ahora hay una gran diferencia, y es que los catalanes han comprobado cómo gobiernan CiU y el tripartito. Han visto cómo un PSC les ha dejado arruinados y se ha disparado el paro. Y en la retina de los catalanes ha quedado la imagen de ese PP, que cuando gobernó en España, creó 1,4 millones de nuevos puestos de trabajo en Cataluña. Y los catalanes lo valorarán. El PP aspiraba a tener un Estatuto plenamente constitucional, que ahora ya tenemos, porque la ley más votada en Cataluña fue la Constitución. Y los catalanes quieren seguridad jurídica y democrática y no romper las reglas de juego".
Termina advirtiendo que "con la actual CiU y su deriva independentista, los votos del PP no servirán ni para un acuerdo de investidura ni de Gobierno". Esas son las posiciones básicas de las grandes opciones.
Información relacionada: