martes 16 de noviembre de 2010, 21:37h
Aunque creo que este comentario le pega más a mi admirado Pedro Vicente que a un servidor, no resisto la tentación de meterles un tantarantán a todos los que están detrás del feo asunto de Martínez Núñez, empezando por los jueces de Ponferrada, que ya les vale haber consumido 14 años en empezar el juicio, tiempo suficiente para que el principal implicado no acuda a las sesiones porque tiene más años que el batán.
Aunque conocía el asunto, ignoraba los detalles, que las radios se han encargado esta mañana de recordarnos a todos. Se trata, básicamente, de un hormigonero que quiere quitarle negocio en la zona al señor Martínez Núñez que, según las acusaciones, manda a unos matones para que hablen con él, pero que parezca un accidente. Como la ley y el respeto ordenan que el acusado sea inocente mientras no haya sentencia firme, declaro presunto al mismo y prometo rectificar si llega el caso. Al fin y al cabo estamos hablando de buena gente; tan buena, que es posible que vaya a misa todos los domingos y comulgue sin confesar.
Pero si todo lo que cuentan las pruebas y los testigos de cargo es cierto, el hormigonero meticón sufrió siete sabotajes en sus bienes y hasta un intento de quemarle vivo a él y a su familia incendiando el local de debajo de la casa donde vivía. Lo dicho, que parezca un accidente, al fin y al cabo ¿a quién no se le quema la carpintería que da a la calle mientras duerme en su camita?
Y en cuanto a los jueces, qué decir de una tribu que tarda 14 años en hacer su trabajo y que si, al fin, condena a alguien o está a punto de espicharla o ha estirado la pata ya. ¿Qué señoría togada ofrece amparo jurídico a la víctima después de haberse pasado tres lustros antes de dictar sentencia?
Lo de Ponferrada es para ver, una vez más, El Padrino, donde está todo dicho. Lo de la justicia es para mear y no echar gota.
Francisco Cantalapiedra. Periodista.