Conforme van saliendo datos se comprueba mejor el caos en que se movía la administración de Caja Castilla-La Mancha (CCM), intervenida hace año y medio por el Banco de España y ya en manos de Cajastur. Y no sólo caos, sino despilfarro en claro beneficio de gente del equipo de los entonces presidente,
Juan Pedro Hernández Moltó, y director general,
Ildefonso Ortega.
Porque, más allá de otras irregularidades detectadas por el informe del Banco de España -créditos fallidos, avales a empresas de dudosa recuperación, viajes de esos directivos, familiares y políticos y un largo etcétera-, había casi más jefes que indios, como se dice popularmente.
Porque ese equipo que dirigía el grupo estaba tan sobredimensionado -como se le acusó en diversas ocasiones- que ascendía a un total de 153, mientas que ahora, tras la llegada de Cajastur -entidad ejemplar en su gestión y con ganancias y no pérdidas como la manchega- y que va a gestionar el negocio bancario de la ya desaparecida Caja como Banco CCM, se van a reducir hasta dejarlo sólo en 42.
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