Pasaba por aquí: Hazmellorar
lunes 25 de octubre de 2010, 21:02h
No es una errata. Lo he escrito así, todo junto… “Hazmellorar”. Es palabro que no aparece en el diccionario, pero que debería hacerlo, puesto que su contrario “hazmerreír”, sí que figura en el sabio libro de las palabras que decimos y que pensamos, incluso las palabras que no pensamos y decimos, y viceversa, para no ponerme pesada…
Hay pueblos y lugares acostumbrados, incluso resignados, a ser el hazmerreír de los demás. Pongamos como ejemplo los estúpidos chistes de leperos, que pueden oírse en cualquier otro sitio aplicados a cualesquiera otros habitantes de otro lugar.
Hay defectos físicos que, por razones que se me escapan completamente, también son fábrica de chistosos (presuntamente) sucedidos; he ahí a los gangosos, bizcos, etcétera.
Y, por ir abreviando, muchas veces nos decimos entre nosotros, en casa, por ejemplo: No te pongas ese vestido que vas a ser el hazmerreír de la fiesta.
Adelantado todo esto, a modo de introducción, y puesto que tantas y tantas cosas se han dicho y escrito estos días sobre el asunto, muchas muy sesudas, algunas muy razonadas, otras simplemente fruto de calentones e ira, contenida o no, diré algo más.
Cuando llegué a la ciudad que me acoge desde hace más de 28 años, en el resto de España le habían cambiado el nombre. Un juego de palabras facilón y torpe, de tal modo que se convirtió en “Fachadolid” a causa de episodios del pasado que no hace al caso recordar (pero que conviene no olvidar). Pues bien, hacía mucho que no escuchaba la odiosa denominación en boca de forasteros y, para nuestra desgracia, para la desgracia de todos los ciudadanos que aquí moramos, me lo han vuelto a decir.
Puedo decir barbaridades. Puedo escribirlas. Puedo pensarlas incluso. Pero soy muy dueña de todo ello puesto que no represento a nadie más que a mí misma. Aclarado esto, tan fácil de entender, quien representa a todos los ciudadanos de esta digna localidad carece del derecho de ponernos en el punto de mira, de malherirnos a los ojos ajenos, de convertirnos en un “hazmellorar” que nos ridiculiza, nos avergüenza y nos oprobia.
Y, puestos a elegir, prefiero ser de Lepe y transformarme en un hazmerreír, que sentirme tan avergonzada, tan asqueada y tan indignada como ahora me siento.
¿Queda claro?