El silencio fue la tónica general. Ninguno de los demás ministros, apelando a la “prudencia”, quisieron hacer valoraciones de los revolucionarios cambios. Mientras unos y otros iban saliendo al patio del Congreso, el único que permaneció sentado en su escaño fue el todavía titular de Exteriores,
Miguel Ángel Moratinos, al que varios diputados vieron como intentaba contener las lágrimas con cara de circunstancias, aunque.parece ser que sufría un fuerte resfriado, responsable real de este llanto. Eso sí, sin lograrlo, según algunos testigos presenciales.
También la forzada sonrisa de
María Teresa Fernández de la Vega delataba cierta tristeza y que la procesión iba por dentro. Minutos antes, desde el bando azul del hemiciclo, la ministra de Economía y vicepresidenta segunda,
Elena Salgado, y ella se fundieron en un efusivo abrazo mientras los diputados del PSOE les brindaban una cerrada ovación. A Salgado, - que continúa en su puesto- porque acababa de lograr superar con éxito el primer trámite parlamentario de los PGE. Y a De la Vega como una especie de homenaje a la labor que ha desarrollado todos estos años como brazo derecho de Zapatero. Su nuevo destino es por ahora toda una incógnita.
En contraste con algunas caras tristes, la de la ministra de Sanidad,
Trinidad Jiménez, que pasa a ocupar Exteriores con lo que gana un gran peso político en el Gobierno. Aunque tampoco quiso valorar nada, desplegó una amplia sonrisa que lo decía todo.
Corbacho elogia a su sucesor
El único que hizo un par de comentarios sobre su sucesor en la cartera de Trabajo fue
Celestino Corbacho. Y, evidentemente, fue para alabar su figura y la trayectoria de
Valeriano Gómez, que tendrá que lidiar ahora con los sindicatos. No obstante, por respeto a los ‘tiempos políticos’ Corbacho matizó que era una “opinión personal” pero que debía esperar a la confirmación oficial del nombramiento por parte del presidente del Gobierno.
Las bromas por los pasillos también fueron muchas. El que más se prodigó en este aspecto fue
José Blanco, que aunque al principio se resistió, al final parecía encantado de verse rodeado de periodistas. Su permanencia en la cartera de Fomento parece satisfacerle, pese a que no ha logrado colocarse como vicepresidente, tal y como dicen que esperaba. “Yo no sabía nada de todos estos cambios. No me he enterado de nada hasta esta mañana…Está claro que estoy perdiendo influencia ante el presidente”, ironizaba Blanco. El ministro de Fomento continuó bromeando sobre su próxima visita a las obras del túnel del AVE de Barcelona. Alguien le advirtió en tono jocoso que tuviera cuidado a ver si no se quedaban sepultados si ocurriera un ‘desastre’ similar al de los mineros chilenos. “No os preocupéis que ya me he encargado de que esté todo bien apuntalado”, replico Blanco en el mismo tono.
El fulgurante ascenso de Rubalcaba
Entre los diputados del PSOE todo eran valoraciones ‘positivas’. “Es un fuerte impulso político al Gobierno”. “Era lo que muchos veníamos reclamando”, señalaban unos y otros en conversaciones de pasillos. Aunque no a todos les ha gustado que Zapatero otorgue tanto poder a Rubalcaba, algo que, sin embargo, a nadie ha extrañado. “Alfredo es un mago. Sigue subiendo y subiendo escalones… con Felipe, con Almunia o con Zapatero. Será su sucesor si decide no presentarse y le apuntalará si Zapatero vuelve a ser el candidato”, reflexionaba un veterano dirigente del PSOE que conoce bien al ‘personaje’.
La vuelta de
Ramón Jáuregui ha sido una de las cosas más celebradas. Y la designación de
Marcelino Iglesias como secretario de Organización del PSOE, ya que el aragonés es un hombre muy apreciado en el partido y cuenta con escasos ‘enemigos’ internos.
A media mañana la Cámara baja estaba ya prácticamente vacía. El foco se desplazaba a la Moncloa. Tanto
Mariano Rajoy, muy serio, como los portavoces de los demás grupos parlamentarios se marchaban a sus cuarteles generales a madurar la valoración que iban a hacer sobre la importante remodelación ministerial que estaba a punto de hacer pública y oficial el presidente del Gobierno.
“Hay que esperar porque con este Gobierno nunca se sabe y todo puede cambiar en dos segundo. Hasta que no se confirmen los cambios no vamos a comentar nada”, se disculpaba
Soraya Sáenz de Santamaría ante los periodistas antes de abandonar también la Cámara.
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