El guardián entre el centeno
viernes 15 de octubre de 2010, 23:26h
Permítanme que tome prestado el título al novelista norteamericano J.D. Salinger para describir a una serie de personajes que, ocultos desde una segunda fila, manejan los hilos de buena parte de nuestra vidas. Están en todos los puestos claves, en la política, en las grandes empresas, en los medios de comunicación, en los núcleos del poder fáctico que hacen y deshacen a su antojo y provecho y manejan con sutil habilidad los hilos de una sociedad, la occidental, que suele moverse por impulsos primarios y para la cual los grandes medios de comunicación (prensa, radio y televisiones) son el paradigma y el espejo donde todos nos reflejamos.
Estos "guardianes entre el centeno" deciden a su antojo de qué se va a hablar, qué se va a pensar y por dónde van a ir los tiros del futuro más inmediato, deciden, incluso, los macguffin idóneos para desviar la atención de los asuntos importantes y centrar el debate nacional en las m´´as peregrinas chorradas. Curiosamente, ellos, cobijados en la sombra, nunca suelen dar la cara y las tortas las reciben otros que, creyéndose poderosos, no son sino las marionetas de este teatrillo. Pese a su silente actuación, pese a estar en ese segundo plano, todos conocemos a algunos de estos "guardianes entre el centeno". Están en todos los niveles, desde los más altos, al más cercano. Es, por ejemplo, la labor de un Mister Pesc como Javier Solana en Europa, la de Alfredo Pérez Rubalcaba en el Gobierno de Rodríguez Zapatero; fue la de Gaspar Zarrías en el Ejecutivo de Manuel Chaves; es la de Fran Fernández o la de Manolo Marchena en el Ayuntamiento de Sevilla que dirige Sánchez Monteseirín; es, salvando las distancias, la de algunos oscuros compañeros de profesión, agazapados en su mediocridad en las redacciones, que controlan y miden las presiones ejercidas por los poderes internos y externos, y aplican a rajatabla el "sálvese quien pueda" para ir, entre risas, cortando cabezas de colegas que impidan que caiga la suya, cuya ineptitud es proverbial y cuya mediocridad es más que conocida.
Afortunadamente, no sólo existen estos "guardianes entre el centeno". También aparecen de vez en cuando en el seno de los partidos y de las instituciones, de las empresas y de los grupos de comunicación. una especie de mirlos blancos que nos dan un respiro a la esperanza y ponen en evidencia que no siempre ganan los malos de la película. Polítcos como Rosa Díez o como Tomás Gómez, que rompen la habitual sintonía de la mediocridad proponiendo medidas racionales y lógicas de ahorro que pongan coto al despilfarro, proponiendo limitaciones de mandato que eviten la borrachera del poder, proponiendo soluciones y no sólo verborréicas cataratas de palabras que no conducen a nada. Estos "robinsones" de la política son los que me devuelven algún atisbo de esperanza de que no todo está perdido. Sólo espero que los grandes gurús de los partidos sepan fomentar dentro de sus formaciones este tipo de personar que aportan algo de aire fresco a una política cada día más condiconada por fórmulas gastadas u obsoletas. Necesitamos, ya, un revulsivo que no sólo acabe con Zapatero y su mediocridad, sino con todas esas alterrnativas opositoras que tampoco aportan nada nuevo al panorama político..